Las investigaciones actuales en el campo de la pedagogía crítica, analizadas por Alfonso Tamayo, hacen énfasis en el eficientísimo de la educación, dado, que se constituye una influencia de las ciencias empresariales en la escuela.
Esta concepción en la educación históricamente ha ido ganado espacio por el modelo post-capitalista, disfrazado para algunos como neoliberal, una visión economicista, el cual define claramente la conceptualización de la educación, según los intereses de los estándares de calidad de las empresas, y como lo expresa Tamayo esquematizando las instituciones para medir- evaluar – medir, dada las pruebas que hacen a nivel internacional ,las cuales no dejan de ser más que medidas otorgadas por las instituciones privadas para normalizar los aprendizajes válidos, considerando anormales aquellos que no cumplan o alcancen los puntajes definidos en este tipo de estandarización.
Tamayo plasma el concepto de pedagogía enmarcado en el ámbito de la evaluación y al cual la sociedad de hoy debería apostarle, a aquella ciencia que contribuye al conocimiento, a requerir de un método, del rigor de quien la adopta, en función de la búsqueda de una confrontación argumental. Sería ideal que el educador se basara en la teorías del aprendizaje, aplicadas a la enseñanza, cuya base es el conocimiento, utilizadas como ejercicio educativo de los estudiantes y que está ausente entre quienes enseñamos, todos estos procesos requiere paulatinamente de la evaluación cualitativa con el objeto de darle sentido a la creación de los currículos, y de la acción pedagógica.
Se necesita entonces forjar colectivos de docentes calificados y no sólo por su preparación profesional obviamente por la preocupación en integrar componentes ético políticos en la planeación de los currículos, enmarcados en contextos sociales, críticos, que propongan nuevas perspectivas investigativas, en búsqueda de un cambio emancipador del ser humano y por ende de la sociedad, infortunadamente como se venía expresando en el párrafo anterior, la formación instrumental y técnica favorece una educación y un proceso evaluativo reduccionista, nimio ante el alto grado de exigencia de una sociedad en crisis.
La Doctora Olga Zuluaga junto con su grupo de Investigación sobre la historia de las prácticas pedagógicas “ubicaron claramente la diferencia entre ciencias de la educación y pedagogía”, siendo la evaluación fundamentalmente articulada en el campo de la pedagogía y que señalan los resquicios de la concepción instrumental y los efectos del enrarecimiento de la educación descritos como conceptualización que proviene de otras disciplinas, el maestro aplica teorías de otras ciencias administrativas, se subordina la pedagogía a estadios para la eficiencia y el control de los subordinados, creyendo que está enmarcada en el aula de clase, obviando la sociedad, la cultura y los encuentros de diálogos y saberes en donde los sujetos juegan un papel protagónico. Es evidente que en el marco del enrarecimiento se tome a los sujetos como meros operativos, en función de la empresa.
En una institución como lo es el SENA, dado que muchos jóvenes se forman, conviene distinguir una formación llevada a la automatización de la pedagogía de la que habla Tamayo y que se distingue en el tipo de lenguaje utilizado para el desarrollo de los procesos pedagógicos, entonces se usa terminología basada en evidencias, formulada como la evaluación que debe realizar el instructor, ellas son de producto, de conocimiento y de desempeño, son situaciones totalmente fragmentadas, operativas, punitivas, su currículo se basa en los acuerdos que hayan hecho con las empresas, como resultado, es probable formarse para ser autómatas de la sociedad.
Según la situación, la evaluación juega un papel principal en la medida en que el estudiante cumpla las funciones mínimas de su hacer y esto ha recobrado importancia, poco a poco con el tiempo, en cambio, se ha ido diluyendo con la anulación de instructores que promuevan esta área, el ser, comprendido, como el componente ético que acompañaba al estudiante y que progresivamente ganaba el espacio crítico, político, social, cultural y a responder a la necesidad del análisis de la realidad. En cambio se ha promovido la ética en función de la religión, es una de las instituciones estatales que tienen sacerdote y que promueve prácticas moralistas basadas en el miedo y el cumplimiento cada vez más acentuadas.
La escuelas se constituyen como uno de los pilares ideológicos y llama la atención en lo que se han convertido, así que la tarea del docente está ligada netamente a tomar conciencia del papel fundamental que ejerce en la sociedad, no es en vano su desempeño dentro de la sociedad, es el responsable del presente y de las futuras generaciones.,” del recuperar el sujeto y su entorno cultural, sus valores su historia y sus tradiciones” con el único propósito de crear un mundo mejor.
La evaluación como procedimiento pedagógico según Tamayo “requiere de sujetos que se pregunten el sentido y el significado en los contextos de cada institución por su papel en el mejoramiento de la construcción de sujetos que dan cuenta de sus propios procesos Metacognitivos pero también de los procesos éticos político y no sólo los más eruditos o más exitosos en la pruebas nacionales e internacionales” con todo y lo anterior la evaluación constituye procesos en los que profesores y estudiantes problematicen en la participación las preocupaciones que devienen del aula y porque no de la vida personal de sus estudiantes, esto con el único objeto de comprender los comportamientos de la vida cotidiana para integrar como un todo la vida del estudiante y la importancia en su crecimiento humano dentro de la sociedad.
Es muy importante que la evaluación se ligue al conocimiento social, los seres humanos no podemos vivir sin permitirnos establecer vínculos dentro de núcleos comunitarios, pero a su vez tiene una carga profundamente teórica, el autor se cuestiona acerca los enfoques o paradigmas que sustentan la evaluación, y según los autores Carr y Kemis, Porlán, Gimeno Satristán, muestran la estrecha relación entre epistemología y currículo. de un grado alto de complejidad, dialéctica, de apertura, es un acto creativo difundido por Dewey, donde se permite que se incremente la comprensión inteligente acerca de la información y por tanto de la investigación.
El autor señala a Porlán (1995) quien plantea algunas preguntas que nos deberíamos de formular cada vez que se realice un currículo o se vaya a la sesión de clase, “Qué se enseña, cómo se enseña, que y como evaluar” según estas preguntas la construcción del conocimiento siempre está en continuo cambio, lo ideal es trabajar colectivamente con el objetivo de que el currículo genere conocimiento no sólo de tipo intelectual, también se compromete a que social, cultural políticamente el sujeto reciba otras herramientas en función del su yo y del otro. Los contenidos aprendidos y formulados serán la respuesta a que el mundo origine nuevos seres con niveles de brillantez, comprometidos y cooperadores. Cuando la evaluación no permita la aplicabilidad del conocimiento, es cuando esta ajeno a la realidad, así que no está accionando y cumpliendo el papel transformador, es el caso donde se observa que los académicos, pretender rebuscar conceptos y palabras nuevas con el fin de producir confusión, el quehacer pedagógico defiende por encima la sencillez y la comprensión de conceptos con el fin de ser aprehendidos y socializados a su vez.
Sería un reto constante convertir “la evaluación en un objeto de análisis constante”- (Tamayo), de auto retroalimentación, bastante ambicioso, estar en una continua metamorfosis cuya exigencia recrea el Proyecto educativo Institucional en todas sus dimensiones, este sería el reto de muchas instituciones ávidas de mejorar el ámbito educativo.
Cabe concluir que en Colombia es necesario subvertir completamente los procesos evaluativos, esta no puede convertirse en un fin en sí mismo, fundamental es preparar a los estudiantes, para colmar los nuevos desafíos de la historia y esto está muy ligado a la pedagogía que construye y que genera constantemente nuevas formas de solucionar aquellas dificultades que se encuentran anclados al aprendizaje-enseñanza y que supone un reto para los docentes forjar dinámicas recurrentes en favorecer aquellas prácticas que preparan para obtener un buen estándar en los exámenes de estado, al contrario las prácticas evaluativas deben ser de carácter liberador, cualitativo, con una enorme carga de criticidad y el buen ejercicio de responder a una sociedad y para ello se requiere investigación con el ánimo de ver y mirar la vida diferente y de transformar que es el fin último de la educación.
Escritor: Martha Esperanza León Esperanza