LA FAMILIA. NOTAS DESDE EL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL.

 LA FAMILIA. NOTAS DESDE EL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL. Por Jenny Karina Bautista Sabogal

Nuevas perspectivas como las del construccionismo social permite asumir el concepto de familia desde una mirada de construcción cambiante y significativa, en la medida en que se va reconfigurando de acuerdo a las narraciones que los sujetos hacen de sí mismos y de las apropiaciones que éstos hacen del contexto y de su cultura. Es así, como dentro de estas dos miradas, se reconoce en la familia, interlocutores válidos, quienes discursivamente van elaborando nuevas formas de ser en lo social, donde cada individuo que perteneciente a la familia, tiene su propia historia de vida, tiene un papel privilegiado.

Dentro de estos nuevos enfoques, se re-conceptualiza una concepción nuclear de familia donde existen únicos interlocutores válidos, considerados el núcleo de la misma, por el contrario, faculta la configuración de nuevos conceptos sobre familia, donde ésta, toma un carácter dinámico, permeado por los relatos individuales que oxigenan y activan la vida en familia. Es importante también retomar, que estas perspectivas, develan la historia de cada sujeto, las cuales nutren los procesos familiares. En este sentido, toman relevancia, espacios donde el sujeto pueda narrarse, permitiendo que las diferentes subjetividades se vuelvan visibles en el mundo de la vida, donde ese entramado de relatos e historias permiten construir nuevas y diversas formas de ser, es aquí donde el lenguaje asume una posición indispensable, dado su carácter reflexivo, interaccional, que promueve la construcción de acuerdos, significados, reconocimientos colectivos y validación de la diversidad en términos de gustos, intereses y formas de ser.

Coherente con lo anterior, la perspectiva del construccionismo social re-elabora lo que se conoce como familia, desnaturaliza la forma estructural y estática que la había caracterizado durante la modernidad para poder leerla narrativamente, reconocer sus diferentes configuraciones y sus particularidades, ya que cada sujeto perteneciente a ella, narra desde su propia experiencia vivida, -más aún, si ha sido de sufrimiento y dolor- proponiendo nuevas formas de relacionarse, acciones como conversar, llegar a acuerdos y plantear normas que beneficien a todos, son nuevas apuestas para su construcción. De esta forma, se entiende que la familia representa una historia en devenir, en incompletud, inacabada y en continua transformación.

Dentro de las concepciones tradicionales de familia se prima la autoridad y las decisiones de tipo individual, una normatividad de tintes eclesiásticos y conservadores que tenía la pretensión de una universalidad de familia, con normas iguales para todos y con características únicas y definidas por un núcleo especifico y por una figura de poder quien es el encargado de tomar decisiones por todo el grupo familiar y con un ideal de homogeneidad, sin derecho a espacios de disentimiento, de consenso, desvalorizando las particularidades del ser y la diversidad, donde la pretensión de familias única que en su conformación se reconoce solo desde la mirada de padres e hijos, se convierte en un «caramelo difícil de conseguir» puesto que en los últimos tiempos se visibilizan las familias conformadas por los abuelos, los tíos, primos o también, dados los reconocimientos sociales en cuestión de género, por parejas homosexuales y transexuales.

Así mismo, la familia desde lo tradicional, es vista como grupo – todos alrededor de- o en función de un solo sujeto, sin permitir abrir espacios de socialización donde la perspectiva de reconocimiento individual lograra nutrir los procesos colectivos de los grupos familiares. Por otro lado, el concepto de familia tradicional, centraba su funcionalidad en el cumplimiento de normas y regímenes que la mayoría de las veces fueron implantados por generaciones anteriores y por historias de vida únicas, las cuales debían ser estandarizadas, sin derecho a ser discutidas o replanteadas en función de los nuevos sujetos pertenecientes a dichas familias y sus propias historias de vida, donde la negociación de relatos y experiencias permitieran la configuración de nuevos enfoques sobre su relación y sus interacciones familiares. Esta mirada totalizante, de figura externa, intocable, casi autosuficiente, ha identificado la familia como la culpable casi todas problemáticas de la sociedad.

En este orden de ideas, las conceptualizaciones construidas desde el construccionismo social abren posibilidades dentro del lenguaje, desde las narrativas, descubriendo una posible visión de familia, basada en las capacidades de comunicación, el reconocimiento del otro y aceptación de sus diferencias. Por otro lado, valora, procesos dialógicos que permiten abrir escenarios para reconfigurar dinámicas familiares en pro de restauraciones y crecimientos en momentos de adversidad. A su vez, las perspectivas en mención, permiten desnaturalizar una idea de familia única e ideal, en contraste, se reconoce el término familias, dada la variedad de relatos, trasformaciones, conformaciones y dinámicas relacionales de las familias en la sociedad.