La obra La Historia y las Ciencias Sociales de F. Braudel (1968) presenta inicialmente una caracterización de las responsabilidades de la Historia como disciplina, especialmente durante la primera mitad del siglo XX. En segunda instancia, hace un llamado a favor de una economía histórica que permita complementar los métodos histórico y económico para abordar aspectos como lo continuo y lo discontinuo.Posteriormente, habla de la larga duración como parte del tiempo de la historia, en donde se han abierto controversias sobre el tiempo corto, la relación entre comunicación y matemáticas sociales, además de las diferencias entre el tiempo del historiador y del sociólogo.
Siguiendo esta línea, trata de establecer un “diálogo” entre la Historia y la Sociología a partir de aspectos como su globalidad para tratar cualquier aspecto de lo social, sus campos específicos, los tiempos que manejan, entre otros. En quinto punto, señala el aporte de la historia de las civilizaciones a partir de los conceptos de civilización y cultura en donde la historia entra en una encrucijada en torno a su posición frente al presente. Finalmente, presenta una reflexión acerca de la unidad y diversidad de las ciencias humanas a mediados del siglo XX.
En este sentido, la pregunta inicial que surge es la de ¿Cuáles consideraciones hay que tener cuenta para lograr en los inicios del siglo XXI, un diálogo fluido entre la Historia y las Ciencias Sociales en general? La respuesta está relacionada con las transformaciones que han tenido las ciencias sociales entre los siglos XVIII-XX, en donde esta reflexión tratará de mostrar los siguientes aspectos: (1) la búsqueda de una mayor apertura entre la Historia y las disciplinas ‘blandas’ y ‘duras’, (2) un posible encuentro de puntos de acuerdo epistemológicos dentro de las ciencias sociales, humanas y naturales, y (3) el papel de la Historia para la resolución de problemas comunes que afectan a toda la humanidad.
En primer lugar, las transformaciones de las ciencias sociales desde el siglo XVIII están marcadas por características como la transición desde la idea de reflexionar en términos de sabiduría sobre el ser humano en su entorno natural y social, pasando por la concepción de la ciencia como un conocimiento sistemático de la realidad con validación empírica, hasta llegar a la institucionalización occidentalizada de las ciencias sociales.
En este contexto, la Historia entendida como una ciencia social, surge como una disciplina científica que reflexiona científicamente sobre ámbitos específicos de la ‘historia en general’, la cual se ha nutrido de aportes de las disciplinas ‘blandas’ y ‘duras’ que le han permitido delimitar su campo de acción investigativo, pero las recientes transformaciones en el mundo moderno de finales del siglo XX y comienzos del XXI provocadas por el proceso multidimensional de la globalización, será definitivo la búsqueda de una apertura de la Historia con las demás ciencias y/o disciplinas. En este sentido, para llegar a consensos mínimos en relación con los términos necesarios para dialogar con las otras ciencias, la Historia necesitará adaptarse a la explicación y comprensión de las “nuevas” realidades que plantean la visibilización de múltiples historias alrededor del planeta.
Siguiendo esta consideración, en segundo lugar será fundamental la búsqueda de posibles puntos de encuentro epistemológicos dentro de la Historia, y en un sentido amplio, dentro de las ciencias sociales, humanas y naturales. Aunque cada vez menos se reconozca la pertinencia de mantener esta separación tajante entre disciplinas, aumenta la posibilidad de que los historiadores contribuyan en la construcción de nuevos constructos teóricos y epistemológicos acordes a las transformaciones propias de esta época contemporánea de la globalización. En este sentido, no sobra recordar que una parte importante de los conceptos desarrollados por la modernidad para entender las realidades sociales, tienen enormes dificultades para su aplicación en los rápidos cambios humanos que marcan la primera década del siglo XXI.
Finalmente, en tercer lugar –y como complemento de las reflexiones previas- la Historia como disciplina, tiene un papel destacado en la pretensión (por realizar) de la resolución de problemas comunes que afecten a toda la humanidad. Concretamente, este llamado se relaciona con un fortalecimiento, conceptualización y complejización de la suma de historias individuales -la ‘historia en general’- que logre reflexionar de manera inteligible sobre situaciones en las que se tengan presentes consideraciones mínimas. Una consiste en que el ser humano entendido como ser social, vive en un ambiente natural que modifica en sus interacciones, al tiempo que la naturaleza logra condicionar su comportamiento, y por ende, cada uno de los estudios que pueda hacer sobre el planeta. De esta manera, se podría alcanzar un diálogo fluido en los albores del siglo XXI de la Historia con las Ciencias Sociales en general que involucra acercamientos disciplinares, teóricos y epistemológicos que propenden por una mejor calidad en la explicación y comprensión de fenómenos y problemas sociales existentes en la actualidad.
Escritor: Julio César Cepeda Ladino
Los comentarios están cerrados.