La problemática de la clasificación tipográfica en la era digital

La clasificación de los tipos ha sido, es y será objeto de debate por tipógrafos y estudiosos que no acaban por ponerse de acuerdo como denominar los diferentes estilos de tipografía y más en la actualidad, si pensamos que la creación de nuevas tipografías es cada vez mayor, debido en gran parte a las nuevas tecnologías, software gráficos y escáner, que hacen más fácil esta tarea, y que justamente hacen que la perspectiva de poder clasificarlos se torne realmente difícil.

Desde el advenimiento de las computadoras personales, la autoedición y el constante desarrollo y expansión exponencial de internet, millones de personas han comenzado a usa, manipular, personalizar y trabajar con fuentes y tipos, esto ha llevado que muchos idóneos manipulen y distorsionen tipografías sin tener conocimiento profundo de las mismas, llevándolas a un alto nivel de polución visual.

clasificaciones , o clasificación de clasificaciones y así sucesivamente, ya que en algunos casos, las diferencias entre caracteres son obvias, pero en otras más sutiles. Para entender un poco este panorama se debe ingresar un poco en el mundo de la clasificación tipográfica, donde los intentos de sistematizar los estilos han sido continuos a lo largo de la historia, donde algunas divisiones resultan exclusivas y extensas y otras resultan escuetas y lacónicas.

De todos modos parece ser que se llegó a un acuerdo en ciertos factores diferenciadores: como son el tamaño del ojo de la letra, el contraste entre sectores gruesos y finos del trazo, ausencia o existencias del remate o serif, y sobre todo a factores históricos que en ciertas ocasiones aglutinan tipos aparentemente poco relacionados; pero a todos estos componentes, se debe agregar una nueva visión, la que hoy ocupan por su relevancia cognitiva o cultural. La clasificación de caracteres comienza con los producidos a partir de la invención de los tipos móviles de Gutemberg, ya que en el período histórico donde los caracteres se restringían sólo a los manuscritos, no existían catálogos de fuentes o algo similar, los escribas utilizaban los cánones de sus conocimientos, de la práctica diaria y de su propia creatividad para realizar los textos.

Es interesante ver también que en la actualidad se pueden dividir las clasificaciones en un antes y un después de la era digital. Esto conlleva a que según al o los autores que uno consulte, basan sus propias conclusiones de clasificación de acuerdo al modelo de clasificación primario que toman. Los hay aquellos que toman una clasificación que data del año 1921 y que es un con una perspectiva más bien formalista, en donde ésta se fundamenta exclusivamente en la existencia, ausencia o forma de los remates o serifas. Existen también de esa época categorizaciones de carácter más genérico, y ya adentrándonos en la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad la clasificación está dominada por empresas con fuerte presencia en lo digital.

Son muchos los intentos por logara agrupar las formas tipográficas en conjunto que reúnan ciertas condiciones de igualdad. Generalmente están basados en la fecha de creación, por criterios morfológicos o vertientes artísticas por las que fueron influenciadas.
Pero además de catalogar por variables históricas, también existe otro argumento para clasificarlas, y son aquellas con variables visuales, las cuales las diferencias formales perceptibles, más allá de la historia, se advierten antes. Pero existe un denominador común en todas las clasificaciones que se han regido sólo por los criterios formales, han errado siempre por ser extensas e incompletas, tal vez por la ausencia de carga subjetiva o afectiva, que sí encontramos en las clasificaciones basadas en criterios históricos.

Escritor: Pablo A. Palmucci