LAS BARRAS BRAVAS UNA CONSECUENCIA MÁS DEL DESORDEN POLÍTICO Y DEPORTIVO DEL PAÍS

Esta es una época mediada por los conflictos y muchos estudios sobre los mismos; las conocidas ‘barras bravas’ hacen parte de estos. Colombia es un país aquejado por conflictos que necesita entender, para así poder actuar de forma eficaz y preventiva en su transformación. Comprender el accionar de las ‘barras bravas’ es poder conocer el por qué de la identidad de las y los jóvenes con estas, las fallas estructurales que legitiman su accionar y que no permiten (para este caso) avanzar en un proyecto de nación permeado por la corrupción.

El actual mundo globalizado y capitalista ofrece por diferentes circunstancias una multiplicidad de conflictos; políticos, económicos, sociales, culturales, individuales, colectivos, nacionales, internacionales; en fin, es una época mediada por el conflicto . Gracias a esto, las investigaciones de las ciencias sociales han adquirido mucha más relevancia, que llevan a conocer la sociedad real que se esconde en exitosas –solo en el papel- estadísticas gubernamentales.

Hoy en día resulta práctico hablar de muchos males que aquejan a la sociedad colombiana, arrojando conclusiones irresponsables sin criterios de investigación serios que lanzan juicios sin fundamento. Uno de esos ‘males’ en el país y en Bogotá que hace mucho dejo de ser solo deportivo y paso a ser social, cultural, político y económico son las conocidas ‘barras bravas’ .

Los conflictos en las barras de fútbol son múltiples, de forma endógena: i) la división interna de las mismas, ii) la territorialidad, iii) diferentes intereses donde prima el beneficio particular, iv) la delincuencia, v) el consumo y comercialización de estupefacientes y alcohol y; vi) la problemática de mujer y género. A nivel exógeno i) los conflictos –encuentros- físicos y simbólicos de las barras con las barras, ii) la identificación de la juventud con estas, iii) la apropiación territorial de las barras no solo de los espacios deportivos (estadio) sino también de la ciudad (las localidades, los barrios) y; iv) la influencia de los dirigentes deportivos y políticos en las mimas.

Aunque cada uno de los conflictos mencionados los contienen las barras en su totalidad y la sociedad colombiana en general, cabe destacar que las ‘barras bravas’ no actúan de forma irracional; siempre tienen un objetivo claro: ganar; ganar territorialidad, respeto, reconocimiento, dinero, popularidad y demás deseos humanos, que para este caso encuentran un medio de conseguirlo: la violencia, sea física que llega hasta la negación (eliminación) corporal del otro ó verbal y simbólica expresada en cánticos, imágenes, grafitis e insultos.

No hay que olvidar, además, que en Colombia son pocas las investigaciones realizadas en cuanto al tema y por ende, pedagógicamente no se ha propuesto una forma de transformar dichos conflictos de forma preventiva y no represiva. Es claro que existen dentro de las barras líderes negativos, que buscan conseguir intereses particulares distantes del barrismo; como también, es evidente, la relación directa de la problemática de las barras con las consecuencias de la desestructuración social en la que no se satisfacen las necesidades básicas, los núcleos familiares se encuentran fragmentados, la intolerancia expresada al máximo en la negación de la existencia del ‘otro diferente’; el estigma creado por los medios y hoy generalizado en la sociedad sobre el ‘barra brava’, entre otras; destacando una responsabilidad invisible, aquella que recae en las organizaciones (deportivas y políticas) que producen y reproducen prebendas dadas a los barristas.

Pero aún, queda espacio para algo más, aquellas instituciones creadas para vigilar, prevenir y cuidar a los ciudadanos, que no dejan de ser ciudadanos por integrar una barra, y es que con su permisividad logran corromper aun más las barras, o ¿cómo explicar que a menos de dos metros de distancia entre un hincha y un policía o representante de instituciones como la secretaria de gobierno o la personería distrital, en un escenario deportivo, se comercialice y venda, de forma tan descarada, la marihuana, la cocaína, el bazuco, el alcohol y demás sustancias? o ¿será que esos espacios hacen parte de esos microtráficos existentes en la ciudad? o peor aún ¿será que ya se normalizaron en el sub-consciente (consciente) algunas conductas y por eso hoy no se actúa frente a estas? o simplemente las autoridades tienen miedo de actuar ante un monstruo que se les ha ido creciendo.

Con todo esto y muy a pesar de la mala organización y dirigencia del fútbol colombiano, la selección de fútbol de mayores clasificó al mundial que como en cada participación deportiva que represente al país, busca incentivar esa chispa de identidad nacional que forma nación, en medio de un proyecto fallido que se quedo en la regeneración, ¿pero cuánto dura ese patriotismo improvisado?

Aún falta pensar en como transformar tanta violencia, pues solo la represión y el miedo han sido la respuesta ¿será que algún día tanto dirigentes de cualquier clase y la gente del común estarán listos para dejar la cultura de la corrupción, la trampa, el narcotráfico, la intolerancia, la apropiación particular de lo público, el facilismo? ¿Será algún día capaz la sociedad colombiana de construir nación a través de la transformación de los conflictos que tanto la aquejan, ofreciéndole a sus niños y jóvenes identidades distintas a las de una barra de fútbol?

Hay que reflexionar…

Por: Karen M. Franco B