Las facilidades tecnológicas y la cultura del atajo

Antanas Mockus es un filósofo colombiano, exalcalde de Bogotá, varias veces candidato a la presidencia pero definitivamente por lo que más se le recuerda es por su paso como rector de la universidad pública más importante del país, la universidad Nacional de Colombia.

Antanas Mockus es un filósofo colombiano, exalcalde de Bogotá, varias veces candidato a la presidencia pero definitivamente por lo que más se le recuerda es por su paso como rector de la universidad pública más importante del país, la universidad Nacional de Colombia. Esto se verifica desde el peatón avivato que no toma el puente peatonal y se cruza entre los carros para ahorrar unos segundos de su tiempo, hasta el político que usufructúa los recursos públicos para su propio beneficio.

Nuestros estudiantes, de cualquier nivel desde la formación básica hasta los posgrados, tampoco están inmunes a la cultura del atajo. Con las facilidades dispuestas por la tecnología de las comunicaciones, tomar el camino corto es cada día más sencillo. Las consultas bibliográficas se restringen al uso de la primera página que aparece en cualquiera de los buscadores más utilizados de internet, sin siquiera reconocer la fuente. Adicionalmente, hacer trampa en los exámenes es “pan comido” con los dispositivos móviles cada vez más accesibles a cualquier tipo de público.

No significa que por una pretendida moralidad, el personal en formación no consulte todas las fuentes que tiene a mano. Pero por la misma calidad de la formación, el estudiante debe tener el criterio de búsqueda más apropiado que le permita tener una base mínima de crítica de lo publicado.

De igual forma, a las páginas que ofrecen información general les corresponde considerar que un artículo estructurado, bien escrito y con fuentes de primera línea es una tarea perentoria para mejorar la calidad de los contenidos que registran un mayor número de consultas por la red.

Estas reflexiones están acordes con el deshonroso lugar ocupado por el país en las pruebas PISA, la segunda peor posición de América Latina. Nuestros estudiantes no saben leer y qué fácil es el camino del “copiar y pegar”. Y hasta eso se hace mal. O sea que la dificultad no radica en tener mucha información de dudosa calidad disponible sino que no tenemos el sentido crítico para procesar esta información, ya que nuestra base educativa relacionada con la lectura está a años luz de ser la mejor.

No leemos, para nuestro infortunio. Dejamos pasar los maravillosos tesoros de la literatura que son la puerta de acceso más cercana a otros mundos y otras realidades. No fomentamos en nuestros niños el placer de la lectura a través de métodos lúdicos que los acerquen a la palabra escrita. Pero, para qué? Si desconectarnos a través de un dispositivo móvil es más rápido y requiere menos neurona que enfrentar a un autor y sus contradicciones o sus certezas. Evadir la realidad a través de un libro es mil veces más gratificante que hacerlo a través de las tecnologías que, diseñadas para acercarnos, cada vez nos aíslan más.

Es hora de considerar la calidad de la información para los estudiantes. Si bien se parte de problemas estructurales en la educación, esta debe ser una razón más para generar contenidos de muy alta calidad. Quizá consultar una página en la red para el desarrollo de una tarea, sea la única oportunidad que tenemos para entrar en contacto con este lector reacio que no ha sido formado para leer y que encuentra atractivas las páginas donde la información fluye con poca traba.

Cautivar al lector, como Sherezada, debe ser nuestro rutero principal a partir de hoy. Vencer la cultura del atajo para el estudiante con lecturas motivantes que desencadenen reacciones lectoras en mentes en formación. Bueno, aún que sea que hagan bien el “copy – paste”, siendo conscientes que ni remotamente tiene que ver con consultar ni muchísimo menos con investigar.

Escritor: JANETH CARRILLO FRANCO