El siglo XX se caracterizó por un avance raudo e interesante en las diferentes ciencias; el mayor desarrollo de las tecnologías y su campo aplicativo en los distintos saberes, dan cuenta de importantes aportes para la calidad de vida integral de la humanidad, hechos o avances no ajenos a las neurociencias.
Es en el ámbito de la genética, la biología celular y molecular donde sobresalen notables descubrimientos. Por ejemplo, en la década de los ochenta David Hubel y Tornsten Wiesel, identificaron las características del procesamiento de la información visual en la corteza cerebral. Experimentaron con gatos; al estudiar el desarrollo de su sistema visual, precisaron la capacidad de las neuronas corticales para reorganizarse cuando se presentan eventos de privación sensorial; hecho que ocurre en períodos denominados críticos, en los que la corteza visual se considera moldeable o dúctil para cambiar su organización y responder a los estímulos que llegan de la retina.
El profesor Alexander Luria (1902 – 1977) analizó las distintas posturas teóricas: localizacionistas y antilocalizacionistas. Las primeras examinaban y presentaban al cerebro como un órgano diferenciado, seccionado, compartimentado; esto suscitó la anatomía contemporánea. Sin embargo, se descubrieron áreas funcionales que evidenciaban actividad mental. Las segundas afianzaban el funcionamiento cerebral como un todo único, integral, global. Poseedor el cerebro de un tejido con alta plasticidad, base del restablecimiento y la reorganización funcional. Esto conduce a la complejidad del funcionamiento cerebral a la hora de su explicación, muy en contra de la posición localizacionista.
Es claro a este respecto que, aunque sí existen tejidos especializados en el cerebro con funciones específicas, el funcionamiento complejo no se limita a zonas restringidas del córtex o grupos celulares aislados, sino que zonas concertadas trabajan en pro de una función cerebral particular. Incluso zonas diferentes participan de dichas funciones.
También los aportes de Ivan Pavlov (1849 – 1936) son importantes desde la fisiología, especialmente en la influencia del sistema nervioso en el canal digestivo; Pavlov descubrió los reflejos condicionados, experimentando con perros, aplicando el método experimental para indagar sobre manifestaciones vitales con repercusión en el sistema nervioso central. Los reflejos condicionados contribuyen a explicar cómo la conducta del hombre puede suscitarse desde ciertos estímulos que en un principio no producían respuestas particulares, sino que solamente mediante su asociación se hicieron posibles tales comportamientos.
La neurociencia sigue avanzando y en 1949 se premia a los científicos Walter R. Wess y Antonio Caetano Moniz por el descubrimiento del funcionamiento del mesencéfalo como coordinador de los órganos internos, en el caso de Wess, y la leucotomía en la manipulación del lóbulo frontal, como terapéutica para deprimidos, neurosis obsesiva, pacientes con pánico y ansiedad; Moniz sostenía el papel que juegan los lóbulos frontales en la conducta humana.
“Los pacientes sometidos a este tipo de intervención mostraban dramáticos cambios de personalidad y otras modificaciones, sobre todo en las tareas de tipo intelectual, y a pesar de que el procedimiento perdió vigencia por consideraciones éticas, constituyó un importante hito en el desarrollo de la terapéutica psiquiátrica y contribuyó al conocimiento del papel desempeñado por los lóbulos frontales en la conducta humana.
La década del cincuenta trae sus aportes desde la neuropsicofarmacología, que facilitó y motivo la producción de medicamentos en favor del paciente psiquiátrico, acabó con los antiguos y duros métodos de tratamiento. Como se mencionó en los cuadros anteriores lo hallazgos se sucedían desde distintos enfoques de la investigación médica y fisiológica. Recordemos: Robert Barany (Austria, 1876 – 1936) describe la fisiología del aparato vestibular; George Von Bekesy Estados Unidos, 1889 – 1972) descubre los mecanismos físicos de la estimulación dentro de la cóclea; Granik, Wald y Hartline describen las característica fisiológicas de las células del ojo como receptoras de los estímulos visuales.
La neurociencia cuenta con un importante hito, y lo constituye los trabajos de Dr. Roger Sperry (1913-1994), basados en su observaciones de pacientes con distintos tipos de lesiones cerebrales. Observaciones y experimentos que le permitieron precisar la especialización de los hemisferios cerebrales, mediados y unidos por el cuerpo calloso, y con ciertas diferencias entre sí en cuanto al procesamiento de la información.
LA RELACIÓN CEREBRO Y CONDUCTA
Una de las fronteras “finales” que pretende la ciencia, y específicamente las neurociencias, radicaría en poder sentar las bases biológicas, acaso fisiológicas de la conciencia, y por supuesto de los procesos mentales en general. En este sentido el desarrollo desde hace más de tres décadas es notable y asombroso.
Se acepta que aquello que se denomina la mente puede consistir en las actividades organizadas del encéfalo; por cuento éste puede estar subyacente en cualquier comportamiento; las conductas motoras, el lenguaje, el hablar, el pensar, el crear, el comer, y otras acciones complejas cuentan con el encéfalo como un centro fundamental para su regulación, ejecución y control.
Siendo así, la neurociencia busca entonces, mediante la investigación y la experimentación, las causas que suscitan las distintas actividades y conductas humanas desde cerebro o el encéfalo. El siguiente cuadro ilustra preguntas claves en neurociencia y las ciencias del cerebro en general (neurología, neuropsicología, neurofisiología, neuroquímica, neuropatología, etc.).
Escritor: ALFONSO BARRETO