NATURALEZA SOMETIDA

Hoy, día de la Educación Ambiental es seguro que un pequeño porcentaje de la población Colombiana supo que se conmemoraba tal fecha, y mucho más inequívoco es que muy pocos conocen los objetivos tan loables que dicha rama de la ciencia propone para mitigar y reducir los impactos ambientales negativos que hemos propinado a nuestra Madre Tierra. Es más, muchos hoy al escuchar por mera causalidad la noticia, (si es que en las noticias de las 7pm dijeron algo al respecto), desde su atrevida y dulce ignorancia pensaron o balbucearon que no quieren un medio ambiente, lo quieren entero o que simplemente no lo quieren; pues los intereses diarios de poseer y tener dinero están por encima de reciclar, reusar y disponer residuos adecuadamente.

La aceleración tecnológica y la inmediatez en la que vivimos nos ha llevado a olvidar u omitir datos de nuestra historia que nos pueden ser útiles para entendernos como seres humanos y sociedad o para simplemente no repetir las secuencias que de apoco nos han llevado al debacle natural que experimentamos, sólo hablamos de agua potable, seguridad alimentaria y deforestación porque está de moda y a lo “in” siempre toca meterle la mano, para no quedar mal ante la sociedad aunque no tengamos ni idea de lo que decimos.

La verdad es que somos herederos del desarrollo científico de finales del siglo XVII y de su complemento perfecto, pero fatal, la revolución industrial… desde el siglo XVIII el planeta experimentó los primeros exterminios a los recursos naturales, el deseo de otros espacios en pro de materiales, minerales y fuentes de energía nos impregnó en el ADN la imperiosa necesidad de hacernos ricos a expensas de los bosques, los ríos y cuanto recurso natural se descubriera como generador de ganancias. Para entonces no se pensó en lo valioso de los árboles por su sombra, belleza y frutos, fueron visibles y se les usó como generadores de vapor, simplemente porque impulsaban los barcos y con ellos el progreso de regiones y familias que vieron como sus ingresos y categoría ascendían estrepitosamente. Era muy difícil para ese momento predecir los efectos sociales y ambientales que tal desarrollo y éxito económico traerían cientos de años después.

Fue hasta pasado mucho tiempo que pensadores y herederos avergonzados empezaron a idear términos y disciplinas que paliaran los impactos muy negativos de tal revolución; efectos y defectos genéticos, físicos y sociales fueron percibidos uno a uno en el pensamiento y actuar de las comunidades y en la devastación que se continuaba haciendo sin piedad a los recursos naturales. Por tal razón la tarea de pensar el hombre y su comportamiento se ajustó a la relación directa que tiene con el agua, las aves, los árboles, los otros hombres, el alimento, se concentró el pensamiento reflexivo en el todo, en lo que hoy denominamos medio ambiente.

Priorizar el medio ambiente ha sugerido desde el “Crecimiento Cero”, hasta la generación de políticas pro Capa de ozono, osos polares, las abejas, la reducción del uso de aerosoles, no experimentación con animales, producción sostenible y otras tantas que desean el equilibrio entre desarrollo, hombre y naturaleza y que están tan vigentes como el interés particular de la riqueza, pues difícilmente una multinacional o un empresario poderoso pensará un espacio rodeado de árboles y flores en el que cantan los pajaritos, como el paisaje más bello siempre y cuando tenga las condiciones para hacer crecer su negocio; y claro, con la moderna “Responsabilidad Social y Ambiental Empresarial” maquillan devastaciones y hasta logran que las gentes aledañas al proyecto consideren que la ejecución del mismo es una bendición.

En este orden de ideas, y teniendo como base la historia, la Educación Ambiental tiene retos a gran escala, desde la enseñanza de los términos nuevos que son confundidos y usados con ligereza, hasta el desarrollo de las competencias y pensamientos nuevos que precisan los seres humanos para lograr salvar el agua, la población, el aire, los animales, los alimentos, las relaciones humanas… en fin, el medio ambiente (y sí, muy entero), pues medio no significa el 50% del territorio o la mitad, significa el TODO en que nos interrelacionamos, nos comunicamos, VIVIMOS

Chamalú, un indígena Boliviano escribió: “Educar es hacer surgir el potencial que cada uno lleva dentro”. Como educadora ambiental, día a día, por convicción y devoción hago lo posible por plantar en alguien la semillita de las buenas prácticas ambientales, intento la reflexión que conduce a nuevas actitudes que favorecen nuestro medio ambiente, propendo por el despertar conservacionista de cada ser y por las acciones que contribuyan al cambio que muchos deseamos y necesitamos como sociedad que cohabita este planeta. En lo personal acudo a lo bello que cada uno lleva en sí, para sumar uno más a la revolución medio ambiental, trato de no usar bolsas plásticas, de disponer los residuos de la mejor manera, de no comprar agua embotellada, utilizo el transporte público, uso poco papel y leo las etiquetas de los productos que consumiré, pues de esta manera sé que estoy aportando a esa tendencia consciente, activa y decidida que piensa, sueña, vive y rescata una naturaleza sometida.

Autor: Nancy Yaneth Londoño Londoño