Naturaleza y Bildung en Enrique de Ofterdingen de Novalis

Novalis fue un poeta alemán, que vivió entre 1772 y 1881. Su obra capital es Enrique de Ofterdingen, que quedó inconclusa al momento de su muerte. En ella cuenta la iniciación y formación del joven Enrique en la poesía. Novalis formó parte de lo que se reconoció como Romanticismo de Jena y participó del Athenaeum, revista programática dirigida por los hermanos Schlegel. El fin del romanticismo era la totalización o unidad de los elementos del universo. Por eso el objetivo de la formación (Bildung) del individuo fue el conocimiento de la naturaleza. Pero a diferencia de la razón ilustrada que concibió la naturaleza en su exterioridad, el proyecto romántico la concibió en su interioridad. El concepto de Bildung romántico se caracterizó por concebir la educación como un proceso de formación interior, conforme a un fin trascendental.

La idea de Bildung implica una teleología histórica, es decir, el desarrollo de una vida, del arte, o de la humanidad misma, en función de un fin ideal. De manera que cada episodio en la vida de un hombre es una imagen que condensa todo lo que ha sido y lo que ha de ser. En el Enrique de Ofterndingen, la naturaleza funciona como marco, es decir, como lugar de la acción; y como espacio tematizado, es decir, lugar de la actuación. La primera es una función no marcada del espacio; la segunda, en cambio, implica que el espacio toma parte en la acción narrativa, como sujeto (lo que habla, lo que enseña, por ejemplo) y como objeto (lo que se conoce). De manera que la naturaleza interviene en la formación del protagonista, al mismo tiempo que es el fin de esa formación. La formación del personaje, Enrique, muestra el camino por el cual un hombre se conoce la naturaleza desde el interior, como en una hipotética Edad de Oro.

En esta obra, cada época de la historia es representada a partir de una imagen que expresa una relación específica del hombre con la naturaleza. La Edad de Oro se caracteriza porque en ella los animales, las plantas y las piedras tienen sentido, tienen lenguaje humano. Como es propio a toda Edad de Oro, es un tiempo idílico, fin último al que tiende la historia (por ej.: “el edén”, “el reino de los cielos”). La Edad Romántica es una época de transición de lo humano hacia lo divino, en la que algunos hombres (por ej.: los poetas) tienen un común entendimiento con la naturaleza. Por último, está la Edad Actual, el presente de enunciación del narrador, que es un tiempo lleno de contradicciones y desarmonías entre el hombre y su entorno.

Mientras Enrique se despide de su tierra natal, el narrador explica que hay dos maneras de ver la naturaleza. Una, “nos ofrece la imagen uniforme y sin matices de un mundo habitual y cotidiano.” (Novalis, 1981: 70). Otra, la posibilidad de ver “la escondida maravilla del mundo visible” (Ibíd.: 72). La primera es la forma de la Edad Actual, la manera habitual. La segunda, de la Edad Romántica, y es una forma de extrañamiento (no sin razón es un “extranjero” el que despierta el alma de Enrique) y que permite vislumbrar la naturaleza como lo era en la Edad de Oro. En esta dirección se vuelve el aprendizaje de Enrique.

Lo primero que ve es que la naturaleza está en cambio constante. Ibíd.: 266). Por lo tanto, en el sistema que presenta Novalis, la montaña representaría el alma de Enrique y el libro que encuentra, su destino. Observando en su alma, Enrique encontrará el camino que debe seguir. Y es lo que hace: conocer el mundo a partir de la experiencia interior. (Ibíd.: 158). Comprende el pasado de la naturaleza y puede observar que ésta cambia. Y este cambio, que es análogo al del espíritu de los hombres, se caracteriza por un progresivo acercamiento al ideal. En su epifanía, Enrique observa cómo el pasado surge del suelo y asciende hacia el futuro. Mirando en su interior el individuo, Enrique, conoce las cosas que lo rodean.

El rol del poeta, en su progresivo despertar, al tomar conciencia del movimiento y cambio, es guiar a los hombres y la naturaleza en la “consumación” del Ideal, representado por “Dios” o la “Flor azul”. La progresión de la historia representada por Novalis implica una teología idealista y regresiva: de la materialidad de la Edad Actual, pasando por el estadio intermedio de la Edad Romántica, hasta llegar al ideal de la pasada Edad de Oro. A esta conclusión llega Enrique a partir de indagar su interioridad, relacionándose con el mundo exterior desde sí mismo. De modo que el proyecto de Bildung aquí presente consiste en sumergirse en la subjetividad (conocimiento del yo) como único camino para alcanzar la exterioridad (conocimiento del mundo).

Escritor: Ludmila Rogel

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