Participación y construcción cultural en las organizaciones culturales de Ciudad Bolívar

En el marco de la investigación en ciencias sociales es importante sostenerse en una base conceptual que permita tener claridades estructurales a la hora de desarrollar una investigación, acción nada fácil ya que el actuar en la misma es una suerte de innovar e intentar construir nuevas visiones desde un paradigma interdisciplinar. La acción investigativa que me interesa realizar se encuentra ubicada en un territorio denominado Ciudad Bolívar.

Partiendo desde un orden de ideas histórico, la localidad diecinueve de Bogotá que partió del loteo y la ocupación ilegal, presenta unas características que desde la economía y los estudios sociales refleja en algún momento un desarrollo desigual frente al resto de la ciudad, aspecto reflejado en un concepto denominado como derecho a la ciudad, (Jordi. B. 1998) en el cual las comunidades barriales obtienen la cobertura de los servicios públicos tanto domiciliarios como locales, infraestructura básica como calles y andenes, y cercanía a centros de desarrollo comercial y económico. En el marco de esta afirmación el 11 de octubre del año 1993 se propone poner en marcha un paro cívico local, en donde los habitantes del sector se organizan para exigir el respeto a los derechos básicos, de una localidad que fue dejada en olvido de parte de la administración de turno encabezada por el alcalde Jaime Castro en una propuesta conocida como el Plan Ciudad Bolívar donde paradójicamente solo se beneficiarían la alcaldía menor de Bosa y la alcaldía menor de Usme.

Este hecho suscitó un hito a la hora de demostrar la capacidad de organización y acción de los habitantes de la comunidad. A partir de allí quedo demostrado que las personas de Ciudad Bolívar se querían hacer sentir, se organizaron fiestas para recoger fondos y aportar recursos para la construcción de parques, se redactaron cartas en torno a fiestas y sancochos para solicitar ante las empresas encargadas los anhelados servicios públicos. El poder organizativo de los habitantes de Ciudad Bolívar es un factor que se pretende acercar a la memoria de los más jóvenes, de aquellas generaciones que heredaran estas cualidades, y que se socializara a viva voz en la gran conmemoración de los 20 años del paro cívico de Ciudad Bolívar.

El ejercicio investigativo es pertinente en cuanto que es necesario abrir nuevos espacios donde las personas del común puedan construir historia y transmitir experiencias por medio de sus obras, en este caso organizaciones que en el marco de la cultura y la participación promueven escenarios posibles de interacción y construcción social, en donde se pretende brindar opciones de vida, espacios de opinión y expresión, posibilidades de acción frente a las necesidades y problemáticas presentes en el contexto, construcción de redes de tipo social y comunitaria, posibilitar lugares y ejercicios de reflexión.

Ciudad Bolívar la localidad numero diecinueve de Bogotá, como todas las demás posee características propias que la enmarcan. Es una de las más jóvenes de la ciudad ya que se acepta como alcaldía menor solo hasta los años ochentas, que presenta una población estratificada en uno y dos, que su población en su mayoría es denominada flotante ya que muchos no son oriundos de estas tierras y se encuentran en constante movimiento dentro de la misma debido a factores como la vinculación laboral, el no poseer casa propia y huir de los problemas (PNDU 2003), en donde se pretende enfocar en cuestiones propias de las personas denominadas como los sin techo (Davis. M 2006), teniendo en cuenta que dentro de la misma localidad se pueden encontrar personas en diferentes condiciones económicas, no se pretende generalizar en la idea (pobreza, marginalidad, precariedad), sino por el contrario perfilar los habitantes de la manera más objetiva posible.

Su posición geoestratégica la ubica como una de las localidades a futuro con una inversión significante reflejada en la minería a cielo abierto (POT 2010 1014), gracias a sus canteras, la cercanía a tres vías principales de vital importancia para el transporte de alimentos y recursos como lo son la avenida Boyacá, la avenida ciudad Villavicencio, y la autopista Sur, sobre esta última se encuentra un complejo industrial del cual hacen parte varias de las empresas más importantes del país, además de encontrarse en la parte baja del páramo de Sumapaz, que por su cercanía a los llanos orientales es un lugar de suma importancia económica y política.

Teniendo en cuenta el desarrollo histórico y el proceso de urbanización de la localidad se puede identificar dos momentos claves; la primera donde las haciendas se lotean, consiguiendo con ello la venta de pequeñas partes de grandes extensiones de terreno, allí surgen barrios como Meissen legalmente constituidos que a la vez sirvieron como impulso para la formación de nuevos barrios con el uso de la invasión de terrenos. La segunda caracterizada por la piratería donde se puede afirmar que aparece la privatización de la ocupación (Alape, A 1987), donde personas naturales y urbanizaciones piratas estafaron a miles de personas llegadas de fuera de la ciudad por diferentes cuestiones sociales como lo son el desplazamiento forzado producto de la violencia y la búsqueda de oportunidades de trabajo en la ciudad (Coy, U. 1991).

Es tan fuerte la densificación de este espacio territorial que en la actualidad la invasión ya tiene dueño, y por ello una salida es el alquiler de un lugar donde vivir, según un estudio norteamericano elaborado en 1993 la mayor parte de las viviendas de alquiler se localizan mayormente en la periferia que en el centro. (Gilbert. A, 1993, en Davis. M, 2006), por ello es pertinente estudiar la posible implicación de la ubicación geográfica de un barrio, en una ciudad como Bogotá y sus municipios circundantes, ya que esta se encuentra en crecimiento constante, para estudiar las consecuencias de la desigualdad espacial presente en una de las barriadas más humildes de América Latina (Davis. M, 2006, pág. 57), este aspecto es mencionado para acercarse a la idea de perfilar la localidad desde el punto de vista social.

En medio de este contexto me referiré a la cuestión epistemológica que me brinde un piso para poder constituir una acción desde la disciplina observando lo que es la construcción de memoria local, observando la identidad y sus factores identitarios en medio de una comunidad determinada; interpretando variables sociales que desde la subjetividad de los sujetos permita hacer contrapeso a las historias hegemónicas, mientras que a la vez se dé construye (o se intenta otra vez) la visión única de la historia desde la institucionalidad impuesta e imperante o desde la heroicidad de sujetos gobernantes o con cierto poder.

Como punto de partida surgen interrogantes que al resolverlos (o intentarlo) me podrían llevar por senderos de la ciencia social que facilitarían la acción investigativa personal en el caso de realizar una sistematización de datos, en aras de recoger experiencias en caminadas a construir o dilucidar la memoria colectiva. Una tarea nada sencilla de realizar porque intuir, atrapar y recopilar experiencias significantes en el proceso de organización social y cultural, llevan a determinar como estas me podrían servir para hallar inquietudes respecto a la ciudad y sus problemáticas o a la urbe y sus dinámicas sociales teniendo en cuenta que estas organizaciones surgen en un espacio denominado como barriada (Harvey, D. 1979), de allí su carácter popular.

Otro interrogante que surge es el de si el contenido mismo de las palabras me puede llevar a interpretar un mundo que fue interiorizado por una persona y que por ello se subjetiviza pero a la vez se legitima por medio de la experiencia, en el caso necesario de recolectar experiencias para construir una especie de reconocimiento del trabajo que ejercen ciertas personas en búsqueda de espacios de interacción y construcción social desde el arte y la cultura.

Por otro lado las experiencias de los líderes locales y sus organizaciones culturales podrían arrojar datos sobre los procesos sociales que se dieron a su alrededor en el caso de la violencia y sus consecuencias, el paro cívico protagonizado en el año de 1993, la constitución de 1991, y así múltiples hechos que podrían estar conectados a diferente escala y que podrían dar voz a una identidad, un perfil o una visión de mundo determinado como consecuencia de lo que era nuestro país en aquel entonces, dando una luz a la vez sobre el por qué de la realidad en la que se desempeña y existe el individuo y como las maneras que este utiliza, son según su criterio, las optimas para hacerse sentir, en otras palabras por que se decide organizar socialmente hablando y cuál es el objetivo que busca alcanzar tocando allí fibras desde lo imaginativo y emblemático.

Desde el estructuralismo la ciencia social nos brinda una suerte de posibilidades para poder observar la realidad desde sus principios, entonces la investigación se verá matriculada en un desarrollo desde el punto idealista de la subjetividad e intersubjetividad de los imaginarios teniendo en cuenta aspectos como las ideas y como los miembros de las organizaciones quisieran participar de temas como territorialidad, imaginación geográfica y la representación teniendo en cuenta la búsqueda de armonía y de calidad de vida en aras de superar las dificultades y hacerse escuchar y sentir como miembros de una sociedad que se torno algunas veces excluyente y ajena.

En los tiempos contemporáneos se ha dado un realce en la necesidad de hablar sobre aquellas historias más ligadas a lo común, a lo del diario vivir, a las experiencia de los comunes, de los pares y como esto que vivió el otro me afecta y me construye, por ello desde un punto de vista etnográfico se puede trabajar de la mano con la comunidad permitiéndoles participar y construir junto al investigador su objeto de expresión y así poder aclarar cuáles son sus representaciones, como muestran al mundo sus vivencias, como se hacen ver desde la cultura y el arte y como se hace un proceso de memoria mediante sus aportes verbales y su subjetividad, abriendo la puerta a la socialización de sus imaginarios e ideas sobre lo que ha construido y el espacio que habita. Inicialmente la etnografía era relacionada solamente con el estudio de etnias, sin embargo, para Anthony Giddens (s.n.) se acerca de una manera más efectiva a las realidades sociales, además de brindar la facilidad de ser adaptable a todos los posibles incidentes que pueden surgir en el estudio de una comunidad a favor del investigador, por esta razón también ha sido utilizada en el estudio de comunidades barriales.

Se requiere entonces mediante la etnografía hacer un estudio de adentro hacia afuera ya que es pertinente hallar en núcleo de la comunidad aquellos datos esperados para la construcción historicocultural de la localidad de Ciudad Bolívar.

Los marxistas británicos hacen una reivindicación de la historia social para la historiografía crítica. Parten de la propuesta de las clases populares como centro de reflexión, es decir, de los segregados de la historia. En palabras de Aguirre (s.n), no puede haber una historia objetiva o neutral ya que todas generan consecuencias políticas. Por lo tanto busca primero, rescatar a las clases populares, como agentes dinámicos dentro de la historia, como productores de cambios sociales; así se reafirma el protagonismo de éstas como constructoras de la historia. De tal forma se estudian las cosmovisiones como fuentes para recobrar su historia.

El segundo lugar, tiene como objetivo reconstruir la voz y la memoria, pues se considera que en las clases populares hay una extensión significativa de fuentes para la recuperación histórica. Por consiguiente, se piensa que las clases populares hacen una historia real y se propone no solamente utilizarlas como fuentes sino que, además, lograr que estas escriban su propia historia “siguiendo entonces la idea de que la ciencia de la historia debe dar voz a los oprimidos, y que debe conseguir que todo el mundo escuche dicha voz” (p. 185). Para tal fin, los marxistas británicos han utilizado como técnica la historia oral, con la que podrían reconstruir la historia de una comunidad.

En tercer término , la historia “desde abajo” o “vista desde abajo”, se aleja de la historia estatal, la clásica de los héroes, la positivista, en la que no se tiene en cuenta a las clases populares y en las que existe una percepción distinta a la tradicional, ya que está en el escenario de las clases populares: “ con lo cual, tendremos por primera vez dentro de los estudios históricos una perspectiva historiográfica que intenta construirse desde el propio punto de vista de las clases populares” (p. 186), para posibilitar otra percepción de las clases dominantes.

Rodney Hilton, un historiador marxista británico, es el primero en proponer la historia “desde abajo”. Afirma que esta vertiente es una nueva forma de estudiar los sucesos sociales ya que al verlos desde abajo hacia arriba, se genera una nueva perspectiva, una verdad no abordada por los historiadores, en la que el autor sobrepasa el análisis de clases para llegar a estudiar la lucha de estas. Hilton en su libro A Medieval Society insiste en la necesidad de contemplar la historia de abajo arriba. “Escribe que cuando se ve desde la perspectiva del pueblo, podemos obtener una imagen más exacta del total de la sociedad y del Estado, que si observamos la sociedad desde arriba” (Kaye,80).

Un análisis histórico sirve para recomponer la memoria de los vivido en el territorio mientras que a la vez permite vislumbrar aquellas situaciones en las que las personas habitantes de la periferia no son escuchadas ni tenidas en cuenta y que sirven como manto político para el abuso a los derechos y libertadas en el marco humano, espacial y social y que también permiten conocer lo que vive el otro.

La microhistoria como metodología surge en la corriente italiana de los historiadores Ginzburg, Levi y Poni. Cconcebida en la revolución cultural del 68, es una vertiente progresista, de izquierda y asienta una historia crítica que utiliza como metodología la modificación de la escala de un problema determinado. De modo que lo micro se innova en un nuevo lugar de experimentación y de estudio, pero con el objetivo de construir y comprender los grandes procesos de la macro historia de enriquecerla e innovarla, “porque el núcleo de este procedimiento micro histórico y de cambio de escala consiste precisamente en esta recuperación integral” (Aguirre.189).

Esta metodología también busca renovar y explotar de una manera más significativa esas historias locales y regionales que han sido mal utilizadas por la historia positivista dejándolas solo con la insignificante labor de elementos descriptivos casi sin importancia para la macro historia. En este orden de ideas la microhistoria sirve para hablar sobre aquellos movimientos y organizaciones culturales y sociales, desde su creación y su activismo en medio de la comunidad, y como han participado en la representación de su realidad y además de ello como imaginan su entorno físico e inmaterial.

Usada ya por otras disciplinas sociales, la historia empezó solo en tiempos recientes a utilizar la fuente oral en sus investigaciones. Tal vez, como lo indica Torres (1993), en el libro la ciudad en la sombra, esta desconfianza por la palabra hablada se debió a la influencia de la historia tradicional, que tanta importancia dio al documento escrito, o quizá porque el tipo de investigaciones preponderantes hasta hace algunos años no lo exigía.

Cuando la mirada de los historiadores empezó a dirigirse a las clases sociales subalternas y sus luchas, y a evidenciar la carencia de fuentes provenientes de estas, se empezaron a utilizar, eso sí con mucha desconfianza, la tradición oral y los testimonios de viejos protagonistas de los hechos. “Se ha insistido en el carácter subjetivo de la historia oral, su selectividad e inexactitud. Sin embargo, estas críticas son compartidas por gran parte de los documentos escritos, que también están cargados de subjetividad y no dan cuenta completa del hecho en cuestión” (Torres: 1993 14). Pero la tradición oral es algo más que una fuente para el historiador y se constituye en el modo de existencia por excelencia de la memoria colectiva popular.

Con todo lo que tiene de ambiguo el término “memoria colectiva”, los estudiosos de las culturas populares reconocen la existencia de un sustrato de conocimientos y sentimientos compartidos por los grupos sociales, y que en buena parte han sido trasmitidos de generación en generación por la vía de la palabra.

Como lo señala Archila, la historia oral nos acerca a otro tipo de verdad, la verdad de “los de abajo”, la voz que debe ser oída, tanto para la comprensión del complejo mundo de lo popular, así como, primordialmente, contribuir al proceso de construcción y consolidación de la identidad popular. La historia oral se emplea para reconstruir los procesos que lleva cada organización, como ha actuado y que quiere mostrar por medio de lo que plantea dentro del barrio.

Es necesario implementar un canal de información donde se pueda condensar aquellas organizaciones que trabajan construyendo identidad y que por medio de la expresión permite ver su imaginario y como representan e interpretan su territorio; además de ello muestra por medio de la imagen cuáles son esos lugares y que se ha hecho para mostrar lo que es Ciudad Bolívar, y dar así una imagen de lo que allí se vive, de lo que allí se ha construido y creado y por qué es importante el desarrollar y dar a conocer al exterior lo que sucede en un lugar tan rico y lleno de posibilidades pero que a la vez necesita de reflejar también lo negativo que la afecta como una denuncia de lo que no se puede repetir, como lo es la desigualdad social y espacial, las paupérrimas condiciones de vida de algunos de sus habitantes, el olvido estatal, el aislamiento y la vulneración constante de los derechos humanos, sirviendo así estas expresiones como canal de denuncia sobre los conflictos que se dan en el territorio.

Escrito: WILLIAM ANDRES BRICEÑO MARTINEZ.