Perspectivas Educativas en un Mundo Globalizante

El presente ensayo afinca sus esperanzas académicas en la demostración de cómo cada vez y con mayor premura, el mundo actual, demanda una transformación educativa para enfrentar los retos del nuevo siglo y al tiempo, pretende dejar un paréntesis abierto a las prácticas ministeriales que disfrazadas de nuevas corrientes, apabullan la labor docente en un país como el nuestro.

Quiero detenerme primero en el modelo educativo al que responde nuestra educación, un modelo que sin duda y a primera vista (desde el papel) pareciera responder a las exigencias del medio, por aquello de la flexibilidad curricular y de los planes elaborados en contexto, formas todas a mi modo de ver, de nombrar de una manera solo eufemística lo que hemos venido haciendo durante años y pareciera no cambiar por más que los pantallazos del ministerio nos quieran hacer ver que andamos en la revolución educativa. Hoy seguimos viendo aulas de clase donde el docente es el amo y señor del discurso, estudiantes copistas y memorísticos, con actividades tradicionales en lindos escenarios tradicionales de filas rectas, clases magistrales y disposiciones corporales que aluden una vez más al ya viejo, conocido y desgastado modelo tradicional de enseñanza aprendizaje.

Hablar entonces de perspectivas educativas para un mundo globalizante como el actual, exige revisar con minucia, lo que ese mundo demanda a los actores activos, (no es redundancia) para poder responder de manera acertada a lo que la universalización nos presenta. La primera demanda que quiero considerar, es la pertinencia del conocimiento, un mundo de alta competitividad, espera de los sujetos alta capacidad para competir en todos los escenarios donde se mueve, de allí que los contenidos presentados a ellos, deben estar en la misma vía de la demanda actual, nuestras escuela adolecen cientos de veces de eso que hoy llamamos pertinencia, por eso también miles de veces terminamos enseñando contenidos que poco o nada aportan al sujeto de nuestra educación.

La segunda demanda es la capacidad de trabajo en equipo, o colaborativo en palabras de Vitgozki, esta es quizá la época de la historia donde más se ha inculcado la necesidad de aprender a trabajar con otros, esto en gran medida porque un elemento importante de la globalización es la interrelación con otras conciencias, con sujetos que distando a miles de kilómetros están en interacción y tienen algo que ver con mi trabajo. Preparar al sujeto para la vinculación intercultural es requisito en el concierto de la aldea global, nuestra educación debe ser repensada en clave de fronteras superiores a las antiguamente establecidas, de tal suerte que las relaciones culturales deben sufrir una expansión de grandes proporciones y no seguir pensando en mi mundo como esa pequeña porción de tierra donde muchas veces lo único que hago es establecer zonas de confort para no salir nunca de ellas.

La tercera y última demanda en la que me detendré, es la universalización de la educación, es necesario comprender el mundo ya no solo desde la perspectiva de zonas delimitadas geográficamente, el fenómeno de la globalización ha reevaluado el concepto de lo local y lo ha colocado en el escenario de lo glocal. Una fusión entre lo que se espera de los sujetos que se reconocen en un contexto más pequeño, pero desde el cual se proyectan a las hoy llamadas aldeas globales, es una apuesta por la interculturalidad y por la apertura de nuevas formas de ver y comprender el mundo, una exigencia que a todas luces, debe cumplir la educación que se inserta en los límites del nuevo milenio. Esto por el advenimiento de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación que han reducido a su más mínima expresión las distancias y las barreras del espacio para conectarnos gracias a un clic con el mundo entero.

Dicho esto, me quiero detener en cómo hasta hoy, no ha sido posible entonces para los docentes, esa vinculación a las aldeas globales tan mencionadas en tantos escenarios educativos de todos los niveles, dicho de paso, no por no querer sino más bien por lo que yo llamo, una imposibilidad estructural que aún no se ha solucionado. Muchas instituciones se han cargado de monstruosas estructuras informáticas en las que la navegación “on line” te inserta en la red, pero a mi juicio, esa termina siendo verdaderamente una red, donde quedan atrapados los docentes y estudiantes que desconociendo miles de aplicaciones académicas, se dejan cegar por las invenciones recreativas que están la internet y hacen entonces solo un uso recreativo de las mismas, olvidando que esta opción podría ser una ventana al mundo, la reducen a un camino a la individualidad y al letargo cognitivo.

Por otro lado pero no menos funesto, esta que muchas de esas moles de cemento tienen candados gigantes para salvaguardar los equipos que terminan siendo objetos de lujo intocables por aquello de que se pueden dañar. Ahora bien, si es necesario tener contenidos pertinentes, las cartillas ministeriales deberían darse un paseo por algunas aulas de clase, salir de su pesadez académica y centrase en lo que sucede en el mundo del estudiante, para que de ese modo sea en verdad en la vía de la escuela activa, el estudiante un verdadero actor de su propio aprendizaje y deje de estar respondiendo solo a estándares que le desconocen y le envuelven en la masa indiferenciada de una educación homogenizante y castradora.

Para terminar, necesitamos empezar a ver al otro como parte indispensable en mi propio aprendizaje, lograr ese anhelo del poeta Gonzalo Arango cuando dice que unamos todas las manos para que el mundo este en muchas manos, trabajar en equipo sin pensar en el otro como rival sino como posibilidad, el encuentro como estrategia y los grupos como fortalezas; solo de este modo podremos alguna vez comenzar a hablar de globalización en este mundo de la individualización.

Escritor: Carlos Alberto Areiza Munera