El pensamiento moderno se encuentra regido por un orden de tipo binario: el mundo femenino por oposición al mundo masculino. Si es que hay una integración entre ambos elementos, sólo ocurre por oposiciones tajantes y definitivas. El pensamiento moderno se encuentra regido por un orden de tipo binario: el mundo femenino por oposición al mundo masculino. Si es que hay una integración entre ambos elementos, sólo ocurre por oposiciones tajantes y definitivas.
En contraposición con lo expuesto, la posmodernidad quiebra el antiguo esquema: en la literatura femenina los elementos se integran por una continuidad entre el mundo femenino y el masculino, dejando de lado todo tipo de oposición. En este sentido, escritoras como Rosario Ferré, María Luisa Bombal o la misma Gioconda Belli se apropian del leguaje para demostrar su propiedad identidad que ya no se encuentra circunscripta al orden masculino. en las que, se incorporan dos rasgos significativos del sujeto: la sexualidad y la búsqueda del placer. Los poemas de Gioconda Belli se caracterizan por la exploración del sujeto femenino en tanto redescubridor de lo sexual, acompañado de elementos políticos y profesionales.
El humor, por otra parte, es un elemento presente en la escritura femenina a través de ciertos recursos como las hipérboles, lo absurdo, las incongruencias, los juegos de doble voz y las ironías. Existe una marcada diferencia con el humor masculino, caracterizado por el uso de las sutilezas. Otro de los elementos que puede considerarse constituyente de las escritoras latinoamericanas es el poder. Uno de los antecedentes de este tópico se encuentra presente en un estudio realizado por la escritora y profesora Gwendolyn Díaz, Mujer y poder en la Literatura Argentina , donde señala las dificultades planteadas por las mujeres respecto a su género y al sexo. No obstante, es Silvina Ocampo quien establece por primera vez la postura feminista, a partir de las bases de sus lecturas encabezadas por Virginia Woolf. Señala, además, la perspectiva doblemente alienada de la mujer: por un lado separada del mundo por su condición femenina; por otro lado como ser latinoamericano, distinguido y dominado.
No obstante los elementos y las escritoras señaladas, es necesario recordar que el marco de esta monografía no es otro que la Posmodernidad, por encontrarse Belli circunscripta en él. Por lo que, ninguna de estas características puede darse de igual forma pese a las similitudes con otras obras. Aunque es posible dar cuenta de la presencia de un sujeto escritor femenino por las características utilizadas en el lengua, tanto por las descripciones densas como por la especial atención a los detalles y a los vínculos, ausentes en la escritura masculinas, a otros textos se les atribuyen la característica de confundir al lector al punto de no poder distinguir el género del autor. Se presentan así, las escritoras andróginas. Es consecuencia de lo planteado que en el debate feminista en el cual intervienen el poder, el saber, el cuerpo y el lenguaje, muchas veces resulta complejo distinguir en qué medida se centra la materialidad del lenguaje, cuán encarnado está el sujeto escritor femenino o masculino.
La poesía de Gioconda Belli, vista en su totalidad, aporta a la tradición posmoderna una visión superadora de la dicotomía feminidad/feminismo presentada hasta el siglo XX y comienzos del XXI. Sin embargo, el alcance del término “hembrista” no ha sido fácil de delimitar: la autora ha transitado conflictos y contradicciones con su identidad femenina; luchó en su militancia y en sus versos contra el proyecto patriarcal de la revolución nicaragüense y, finalmente, unificó su ideología política y sus expectativas sociales a fin de saberse una mujer independiente. De manera paralela a su desarrollo personal, su escritura maduró y evolucionó, dejando en sus poemas las huellas de la búsqueda de una mujer que no se dio por vencida y luchó desde la pluma y desde la acción contra la sociedad patriarcal.
La alegría de saberse mujer, el erotismo y la sensualidad impresos en sus poemas, el amor hacia la militancia y la política, el humor jocoso y burlón y la lucha contra el sistema marginal machista, son algunos de los elementos recurrentes que hacen de la lírica de Belli, una poética inconfundible; una lucha ganada verso a verso. Y esta es, precisamente la subversión que logra la autora: en un mundo que se autoproclama en ascendente feminismo, Belli denuncia la hipocresía del sistema y encuentra el equilibrio en el camino que sus antecesoras trazaron. Así, la poetisa nicaragüense, pasará a la historia como una inagotable negociadora y defensora de los derechos de las mujeres, en un doble juego simultáneo de ruptura y consideración de los valores tradicionales y de la cultura moderna.
Escritor: María del Pilar Perciavalle