No es el verso de un poema o la letra de una canción la que nos hace pensar en quienes están siendo hoy protagonistas de las transformaciones que se han llevado a cabo en educación ¿Quiénes son? ¿Qué intereses albergan?. Mucho se ha hablado de la crisis en educación, basados principalmente en los resultados de pruebas internacionales como nacionales, haciendo caso omiso y nula referencia a la visión del docente, en donde se mencionan a estos solo desde la culpabilidad, está bien, es sabida la relevancia social de profesores y profesoras en la sociedad chilena actual, pero ¿Qué piensan estos de la educación?.
Ya lo dijeron los estudiantes, es necesario un cambio, pero ¿desde qué lugar se debe generar este cambio? ¿Quiénes deben participar de este cambio?. Dos interrogantes se entrecruzan en lo que debiese ser la solución de la crisis de la educación en Chile, por un lado preguntarnos qué escuela queremos, sus objetivos y pretensiones se tornan fundamentales al momento de generar estos cambios que hoy se reclaman, y sobre la base de esto se debiese definir la llamada educación de calidad.
o aplicaran este nuevo modelo sin su participación. una escuela abierta a la comunidad y a las necesidades que éstas presenten, como también una escuela inserta en una sociedad con ciertas características políticas, sociales, económicas y culturales, y en este aspecto la escuela debe establecer la reproducción de estas características o su transformación, o el mantenimiento de algunos elementos y el cambio de otros, ahora bien ¿Quién determina esto?, desde ya declaramos que todos los agentes sociales deben participar de la construcción del proyecto educativo, teniendo en consideración que este debe ser parte del proceso democrático que evidenciará lo que ocurre en nuestra sociedad, ¿será esto lo que observamos en la actualidad, tanto en nuestra sociedad como en lo que respecta a educación?.
Claramente para que haya una verdadera transformación en la educación es fundamental que se democratice la generación del cambio, que se produzca el diálogo, y que los actores dejen de ser pasivos, silenciados, mudos, estos deben ser activos y reflexivos en torno al proceso educativo, así como menciona Freire; “La existencia, en tanto humana, no puede ser muda, silenciosa, ni tampoco nutrirse de falsas palabras, si no de palabras verdaderas con los cuales los hombres transforman el mundo. Existir, humanamente, es pronunciar el mundo, es transformarlo”. El diálogo, la discusión debe darse entre hombres y mujeres involucrados.
Con respecto al segundo tema; el rol de los docentes, consideramos que este es fundamental al momento de construir los lineamientos de las transformaciones que se deben producir en la educación, en primer lugar porque estos son los especialistas de la educación, y por otro lado conocen y reconocen los orígenes y motivos de la “mala educación”, por ende pueden responder, destruir, construir, reconstruir y transformar lo que hoy falla en nuestras aulas y, porque no decirlo, también fuera de ellas. Contrario a esto lo que se ha producido es que cada vez más profesores se ven obligados a no ser parte de las cambios que se han llevado a cabo, convirtiéndose en agentes que aplican lo que otros crearon, es decir, existe un proceso de tecnificación de la labor docente.
La constitución de la escuela como una esfera pública y democrática, mencionado con anterioridad, es fundamental la generación del debate entre los docentes, para así develar los conocimientos de profesores sobre la escuela, como también encaminar a la escuela, y con ello a la sociedad, a lo que debiese ser, un espacio democrático. Giroux) ibid). Frente a esto el papel de los profesores como intelectuales transformativos debe ser una postura de crítica social y discusión política, que se desarrolle al interior de la escuela.
Claramente a partir de lo que se ha declarado hoy en nuestro país el proceso de transformación de la educación se encuentra en manos de una elite, donde existe una escasa y porque no decirlo, nula participación de los agentes educativos, y peor aún, no solo se han exiliado a los profesionales de la educación de este proceso, sino que también se ha ido tecnificando su labor, menoscabando su rol de intelectual transformativo, como también la posibilidad de generar mejoras reales en educación.
Escritor: Tatiana Liquitay Icart