Posboom Latinoamericano

El Boom latinoamericano representó una nueva tendencia literaria de innovación y búsqueda constantes que marcaron su desarrollo. Es una literatura con altas pretensiones, con una consciencia propia de ser “culta” y experimental en un sentido de renovación. El Posboom llega como una respuesta, como una ruptura a ciertos preceptos tradicionales de los que no se pudieron despojar del todo los autores del Boom. Y una de las características más evidentes es que, tal vez por lograr alejarse de esa pretensión de universalidad, algunos autores del Posboom consiguieron dejar relegado a un segundo plano el significado y concentrarse casi exclusivamente en el significante.

Severo Sarduy es uno de los ejemplos más claros para mostrar esta tendencia principalmente formalista. Su propuesta excede toda pretensión de significado, hasta tal punto de condicionar la lectura de sus textos, de crear un nuevo lector obligado que debe alejarse de sus rígidos principios racionales y aristotélicos y simplemente leer, fluir con el texto. Nace entonces un nuevo lector –posmoderno, podríamos decir– que pierde el control sobre su lectura pues la primacía del significante supone una igualación de todo el significado. Organizar, jerarquizar o incluso sintetizar De donde son los cantantes no sólo es una tarea que necesariamente tiene que caer en la subjetividad para poder llevarse a cabo, sino que, en su realización, le quita todo el sentido de fondo que busca tener la propuesta de Sarduy. Su obra pierde incluso la pretensión de crear personajes complejos y psicológicos, de crear imágenes espaciales claras y recreables. De esta manera, toda posibilidad de placer, de complacencia autoral se reduce –o se extiende– al lenguaje. Es el placer puro e incorrupto de la forma desde la forma; es el artificio por el artificio. No en vano Barthes define la obra como un “texto hedonista” (Barthes 337).

En El beso de la mujer araña, Manuel Puig ofrece una propuesta menos radical en cuanto a la preponderancia formal sobre el contenido. Sin embargo es también una experimentación atrevida e innovadora en la que el diálogo prima y, consecuentemente, el narrador desaparece durante todo el texto. La historia se construye desde dos personajes subjetivos que simplemente hablan entre ellos, que sólo son narrador para el otro, más nunca para el lector. Ahora, lo importante acá es que la narración de Molina está estrechamente ligada a la propuesta de Sarduy. Él simplemente cuenta por contar, por el placer de hacerlo, por pasar el tiempo. Y Valentín, del otro lado, aunque interviene, pregunta, critica y opina, se Puig 43). Esta posibilidad se abre gracias a que Molina narra sus películas despojado de toda necesidad de racionalidad o crítica y, en contraste, lo hace a partir de una propuesta estrictamente sensorial y emotiva. Y, en esta medida, el contenido no tiene jerarquización posible pues está igualado desde el poder narrativo de Molina en el que lo puede elegir, cortar e incluso inventarlo. Es decir, si lo cuenta es porque ha decidido hacerlo y, en esa medida, su importancia es equivalente a cualquier otra cosa que elija contar. Todo tiene un potencial de significado, nada es desechable.

Así, al igual que Sarduy, Molina cubre toda su narración con un exceso barroco de detalles que no es gratuito, sino que responde precisamente a este placer desde y hacia el lenguaje. Es por esto que se dice que Molina se desahoga contando sus películas. Porque lo suelta por el placer de soltarlo, sin un propósito que se salga de su propia necesidad de sentir placer. Es decir, la narración de Molina es, también, estrictamente hedonista.

Conociendo, entonces, la dificultad de clasificar el Posboom y, por ende, la de fusionar una propuesta común a todos los autores, es evidente que no se trata de una respuesta tradicional o plana al Boom latinoamericano. Es una nueva propuesta innovadora y experimental que, con algunos autores, se atreve a romper con los preceptos decimonónicos aristotélicos; una propuesta que pierde el miedo a no servir, a no tener principalmente un sentido profundo y oculto –esto no quiere decir que no lo tenga– sino simplemente, en un primer plano, una funcionalidad placentera e inmediata. La narración de Molina y el texto de Sarduy encuentran, entonces, una estrecha relación en el erotismo, en la propuesta de sentir y crear placer sólo desde el lenguaje, desde el significante y no desde el significado; convergen en la intención de sólo tener el placer de contar. Swanson, entendiendo esta propuesta como una derivación del estructuralismo, dice que en ella ““writing” is merely a string of signifiers in a state of flight, with no ultimate meaning behind them, and is therefore no more than the very act of writing itself” (Swanson 91).

Bibliografía:
Barthes, Roland. El susurro del lenguaje. Barcelona: Editorial Paidós, 2009.
Puig, Manuel. El beso de la mujer araña. Estados Unidos: Vintage, 1994.
Sarduy, Severo. De donde son los cantantes. México D.F: Editorial Joaquín Mortiz, 1967.
Swanson, Philip. “The Post-Boom Novel”. En The Cambridge Companion to the Latin American Novel. Cambridge, Cambridge UP, 2005: 81-104.

Escritor: Pablo Obando Guzman