PROBLEMÁTICA SOCIAL DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA – 3 parte –

Esto quiere decir que no siempre  emigra cualquiera. Muchos inmigrantes son especialmente buenos, hay un proceso de autoselección. A una persona que tiene muy poco capital humano, en términos de calificaciones, no le vale la pena emigrar, porque tiene que acometer unos costos que no va a poder recuperar en el futuro.

Si el país de destino tiene una desigualdad salarial que es mayor que las del país de origen, está claro que a los que tienen pocas calificaciones no les interesa emigrar porque están por debajo.

No obstante, las ganancias de los nativos convergen como promedio a los 15 años de estancia. Es decir, que si se analizan los salarios y la edad, al principio los inmigrantes están por debajo de los nativos porque tienen menos experiencia, aunque pueden tener igual calificación, y quizás no conocen el idioma local también, por lo que están subempleados en determinados sectores. Sin embargo, a medida que se van asentando, muchos pueden llegar a superar a los nativos, porque están especialmente motivados (Dolado, 2005).

Sin embargo, estas valoraciones no son absolutas, ya que en muchos estudios, cuando se hacen estas aseveraciones, normalmente son el resultado de un censo o una encuesta de salarios en un momento determinado del tiempo, lo que puede sesgar en parte las valoraciones realizadas sobre esta temática. Además dentro de los inmigrantes hay calificados, no calificados, etcétera.

Básicamente, los efectos negativos, tanto en empleo cómo en salario, de la llegada de la inmigración, se producen en dos grupos muy específicos: uno es el muy poco educado, aquellas personas que no han acabado la enseñanza secundaria, y el otro es el de los inmigrantes anteriores. Estos son los que compiten directamente, mientras que las personas con calificación alta, siempre tienen mayores opciones (Dolado, 2005).

Uno de los factores que más influyen en la inmigración, después de la promoción económica, es la búsqueda de un futuro mejor para los hijos. La legislación española refleja el derecho y la obligación de los niños y jóvenes, sea cual sea su origen, a integrarse en el sistema escolar, que es gratuito hasta los 16 años. Como la legislación de algunos de los países de donde proceden los inmigrantes no asegura la educación hasta esa edad, la integración de los niños o jóvenes inmigrantes en el sistema escolar español puede convertirse en una dificultad a superar, debido a la posible desventaja escolar. En muchos de los casos hay que añadir un factor adicional: el desconocimiento del idioma (López y Pérez, 2010).

Un análisis comparativo de los niveles educativos en los países de origen de los inmigrantes refleja, según las estadísticas, que la enseñanza hasta el nivel primario está bastante generalizada en los países de origen de la mayoría de los inmigrantes, excepto en el caso de Marruecos, donde no se alcanza el 80% de los niños que alcanzan este nivel. Las diferencias en los niveles educativos comienzan a ser notables en la Educación Secundaria, ya que mientras en los países del Este de Europa los porcentajes siguen siendo elevados (más del 80%); en los de América del Sur se reducen hasta el 50-60 % y en Marruecos sólo acuden a este nivel educativo el 30% de los jóvenes.

No resulta sorprendente el hecho de que las diferencias se acentúen en la Enseñanza Universitaria. Así, en España acuden a las universidades algo más de la mitad de los jóvenes, mientras que en los países del Este de Europa los números se reducen paulatinamente según el grado de desarrollo del país. En tanto, en América del Sur asisten a las casas de altos estudios la mitad de los estudiantes que en España y en el caso de Marruecos apenas una quinta parte (López y Pérez, 2010).

En cuanto al nivel educativo alcanzado por los inmigrantes adultos, el contraste de los datos referidos a la educación de cada país con los estudios que poseen los extranjeros residentes en España revela aspectos de gran interés. Por ejemplo, la generalización de los estudios de nivel secundario en la Europa del Este y el porcentaje elevado (alrededor de un 25%) de inmigrantes que llegan a España con estudios primarios o sin estudios, sugiere que se desplaza un grupo numeroso de población con estudios por debajo de la media de su país. Aunque hay que destacar que dentro de este grupo de inmigrantes predominan los de estudios medios y superiores (López y Pérez, 2010).

Una situación distinta se observa entre los procedentes de América del Sur, porque en sus países el grado de secundaria lo obtiene alrededor de la mitad de la población, mientras que lo poseen el 60% de los inmigrantes. Esta cifra parece señalar, a diferencia del caso anterior, que se desplazan las clases preparadas y por lo tanto de origen económico y social medio. Finalmente, los que tienen el nivel más bajo de estudio son los inmigrantes de origen marroquí, lo que concuerda con los datos educacionales de la nación de origen (López y Pérez, 2010).

A continuación analizaremos el comportamiento de la integración de los alumnos extranjeros en el sistema educativo español. Como se mencionó anteriormente, la población entre seis y dieciséis años está escolarizada obligatoriamente, por lo que los porcentajes de matrícula están en sintonía con el número de niños y jóvenes extranjeros residentes, que constituyen alrededor del 3% del total de los inmigrantes.

En el caso de los jóvenes extranjeros, la proporción de los que matriculan la enseñanza secundaria post obligatoria y universitaria sí se aleja de forma progresiva de las cifras de inserción de los españoles. Mientras el 82% de los jóvenes españoles de 16 años se matriculan en estudios secundarios post obligatorios solamente el 70% de los extranjeros inician este nivel de enseñanza. Otro aspecto distintivo es la permanencia escolar, ya que los extranjeros abandonan en mayor proporción los estudios. Las estadísticas indican que  a los 17años hay un 5% menos de estudiantes españoles en las escuelas que a los 16 años, en tanto para los inmigrantes este valor alcanza el 15% para los mismos grupos etarios. En tanto, en la enseñanza universitaria los contrastes son más evidentes, ya que apenas cursan estudios superiores un 30% de los jóvenes extranjeros, frente al 60% de los españoles (López y Pérez, 2010).

En la Tabla 10 se muestra la proporción de niños y jóvenes españoles e inmigrantes de diversas nacionalidades que realizan estudios en los distintos niveles educacionales.

Se observa que la proporción de niños y jóvenes españoles que matriculan en los tres niveles tabulados: primaria, secundaria y universitario es superior a la mostrada por todos los grupos de inmigrantes, sea cualquiera de los países de origen expuestos. Es notable como estas diferencias son mucho más evidentes en el caso de la enseñanza universitaria, donde sólo un grupo de élite dentro de los extranjeros accede al nivel educacional superior. Obsérvese que en ninguno de los grupos de inmigrantes se sobrepasa el 46 % de estudiantes universitarios.

Autor: Moises Bolekia