PROFESORES DESMOTIVADOS: Claves para reflexionar y autoevaluarse como profesionales de la enseñanza

¿Cómo puede un profesor desmotivado despertar el deseo de aprender en sus alumnos? ¿La desmotivación de los profesores es causa o consecuencia de la resistencia o actitud abúlica que presentan los alumnos? que ponen en evidencia una falta de motivación en los propios profesores respecto a la tarea de enseñar. En muchas ocasiones como jornadas, capacitaciones y encuentros entre equipos pedagógicos se buscan revisar los distintos componentes de las secuencias didácticas para volver a despertar la creatividad y la curiosidad en los profesores, estimulándolos a la innovación en su propia práctica. En otras oportunidades, se alienta a encontrar nuevos caminos para generar empatía con los alumnos, buscando la construcción de vínculos en los espacios de formación, más allá de la relación docente-alumno/s que está instaurada e institucionalizada.

Pese a esto intentos, se advierte que en muchos casos, la falta de motivación de los alumnos respecto al aprendizaje está reforzada por los propios docentes y su actitud frente al aprendizaje e incluso, su propia enseñanza. Pareciera que es más fácil atribuir el fracaso y la mediocridad de los resultados de aprendizaje a los alumnos, por su falta de esfuerzo y responsabilidad, además de causas externas como contextos vulnerables de origen, que realizar una mirada a la propia tarea y a lo que pasa a diario cuando un docente se enfrenta con el desafío de enseñar.

Como profesores la mirada hacia la propia tarea debería conducir a pensar en determinados aspectos motivacionales que configuran la práctica docente y la interacción con los alumnos y el contexto escolar. Cabe mencionar que por motivación entendemos al proceso psicológico que es advertido a partir del comportamiento enérgico del ser humano. Este combina procesos cognitivos (planificación de metas y desarrollo de acciones) y afectivo-emocionales (deseos, emociones, expectativas por razones internas y externas) que llevan a la persona a vivenciar experiencias con impacto individual y social. En función de lo expuesto, se presentan a continuación los elementos que configuran la motivación por enseñar a los fines de lograr autoevaluarse como enseñante:

• Las metas: ¿qué se desea alcanzar como educador/a en cada espacio de formación? Las metas permiten advertir el valor que se le atribuye a la tarea emprendida. ¿Las metas se orientan al aprendizaje de los alumnos, a la superación y perfeccionamiento como enseñante o a la búsqueda del logro y los resultados institucionales?

• Concepción de inteligencia: el fundamento de la práctica docente requiere identificar el enfoque o teoría sobre la enseñanza y el aprendizaje que se adopta; de allí que la motivación está direccionada por ideas sólidas y científicas que guían la forma de intervenir en la realidad del aula.

• Autoconcepto como enseñante: se relaciona con la sensación de competencia en el rol y las capacidades que se desarrollan en los espacios de enseñanza. La autoestima imprime un valor personal al trabajo que se realiza en situación.

• Expectativa de éxito y fracaso: ¿cómo se define el éxito y el fracaso en la tarea de enseñar? Asumir la enseñanza como un reto óptimo y moderado conlleva que la motivación por enseñar integre el control de las propias acciones, el nivel de competencia requerido y el grado necesario de dificultad implicado en la tarea.

• Explicación ante aciertos y fallos: la búsqueda de atribuciones para descubrir y comprender aquello que sucede en el aula permite reflexionar acerca de la causalidad (interno/externo), la estabilidad (constante/variable) y el control (determinación del entorno/autodeterminación) de las acciones que se desarrollan como enseñante.

• Manejo de emociones: el clima emocional de la clase está determinado por el manejo que cada docente hace del humor, el afecto, los sentimientos y las sensaciones cuando interactúa de forma individual o grupal con los alumnos. La pasión y el amor por enseñar así como la ansiedad, el miedo y la incertidumbre determinan el clima emocional del aula impactando en el propio accionar docente como así también, en el de los alumnos. Es importante que al pensar en la motivación de los profesores siempre busquemos: Hacer consciente al profesor desmotivado de los factores personales y del entorno social que determinan su insatisfacción y desgano. Proponer pautas de actuación y pensamiento que lleven al cambio. Querer enseñar y que otros quieran aprender depende en gran medida de la motivación que como enseñantes tengamos y renovemos cada día al emprender nuestra tarea en el aula.

Escritor: Noemí Bardelli