¿Qué es aprender?

No enseñare a quien no sienta ganas de aprender y no explicare nada a quien no se esfuerce en aclarar las cosas por su cuenta y si explico un cuarto de la verdad, y el alumno, pensando y reflexionando él solo, no deduce los otros tres cuartos, no pienso seguir instruyéndolo” Confucio
Esta frase de Confucio, un gran educador de la antigua China nos permite una profunda reflexión sobre que es aprender, el comienza diciendo “no enseñare a quien no sienta ganas de aprender” mientras voy leyendo estas líneas resuenan en mi cabeza las vocecitas de varios de los niños que escucho a diario en el colegio preguntarme, “profe ¿por qué tengo que estudiar el Virreinato del Río de la Plata? O ¿De qué me sirve aprender geometría?” comencé mi acercamiento hacia los niños hace muchos años a partir de trabajar de niñera y a través de esta experiencia pude tener la oportunidad.

De ver crecer a tantos niños, lo más asombroso del proceso de crecimiento es esa capacidad de maravillarse ante cada circunstancia que la vida les ofrece, todo es nuevo, todo es novedoso, la tapa que utilizamos a diario para tapar la olla donde cocinamos, se transforma para ellos en el juguete más extraordinario que les permite experimentar miles de sensaciones, horas pueden estar haciéndola girar o produciendo diversos sonidos que hacen eco de sus risas.

Maravillarse de la vida es aprender, entonces me pregunto en qué momento de este proceso de crecimiento perdemos la capacidad de asombro, la capacidad de descubrir la vida cada día, que sucede entre ese pequeño que ríe sin cesar mientras hace girar incansablemente esa tapa y el niño que entre sentimientos de enojo e incomprensión cuestiona los temas que la escuela le propone aprender, paradójicamente lo que sucede es que el niño crece, pero este crecimiento al igual que una semilla que es plantada en la tierra necesita de un ambiente optimo para su desarrollo, es el adulto quien tiene el deber de proporcionárselo, aunque la mayoría de las veces no sabe cómo hacerlo porque también él ha perdido esa inocencia de los primeros años, ese amor por aprender y como transmitir algo que no se tiene, por eso las clases se vuelven monótonas, aburridas, desconectadas de la vida de los niños y desconectadas de la vida de los docentes.

El aprender no es un perseguir el conocimiento que parece siempre estar escapándosenos de las manos sino todo lo contrario, una nítida imagen viene a mi mente al reflexionar en esto, la de un puente, conectores de sitios, lugares, puntos, la tarea maravillosa que nos toca a todos aquellos que deseamos que los niños aprendan con amor es ayudarlos a crear puentes entre los conocimientos, experiencias, circunstancias de su ambiente y ellos mismos, claramente Confucio nos orienta en esto al decir que no va a explicar nada a quien no haga el esfuerzo de descubrirlo por sí mismo y que no seguirá enseñando a quien no puede pensar y reflexionar por si solo para encontrar las respuestas que necesita.

Actualmente estamos muy acostumbrados a que todo sea rápido, en el momento, no tenemos capacidad de espera, el avance de la tecnología ha acrecentado esto y siguiendo el dicho popular de que todo niño trae un pan bajo el brazo diríamos de estos nuevos niños que traen una tablet, todo se ha acelerado incluyéndonos, parece que hay que estar siempre haciendo algo, que hay que llegar a dar todo lo que se planifico para el año y esto provoca una carrera desesperada hacia los contenidos que la mayoría de las veces no son ni pensados, ni recreados para estos niños que sienten que en sus vidas todo es fragmentario, mi casa está en un lugar, mi escuela en otro, mi vida de niño en otro.

Nuevamente retomo la pregunta ¿Qué es aprender? Aprender es conectar todos estos lugares, ayudarlos a los niños a crear puentes que unan estos puntos diversos, estos puentes tienen que ser creados por ellos mismos nosotros solo acompañamos este proceso pero la construcción es propia de cada niño, un punto a unir esta dentro de ese niño y solo el niño conoce como llegar ahí, nosotros tenemos que lograr que pueda conectar ese punto propio con todo lo externo y producir los puentes necesarios para alcanzar el conocimiento, para hacerlo propio e internalizarlo.

Para esto lo más importante es la reflexión y la introspección, el niño tiene que por sí solo llegar a descubrir las respuestas que necesita, el maestro lo orienta, lo guía, lo aconseja y sobre todo lo alienta a seguir siempre perseverando en construir el puente pero la construcción queda en manos del niño de esta forma los conocimientos ya no son algo lejano, inalcanzable, inaccesible hasta incoherente, sino que están ahí como materiales a tocar, a moldear, a descubrir que van a aportar a este mi puente. Porque cada puente es único como único es cada niño y así como la construcción del puente es responsabilidad del niño, así también el brindarle los materiales necesarios para la misma es responsabilidad de cada uno de los que en diferentes roles somos parte de la vida de estos niños, para saber cuáles materiales serán los más adecuados tenemos que acrecentar nuestra capacidad de ver, de escuchar, de empatía, de amor, ya que solo así podremos darle a cada uno lo que necesita.

Escritor: Fernanda Gabriela Hernández

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