En nuestra sociedad existe una falta de reconocimiento por la diferencia, pues el referente que se generó sobre discapacidad es debilidad, incapacidad, limitación o enfermedad y como consecuencia, el desarrollo integral de estos grupos poblacionales se afectan, creando barreras en su formación personal, social, educativa y laboral.
Este tipo de situaciones se generan por la misma exigencia de la cultura, en la medida que la escuela es la institución ideal para “normalizar”. Como consecuencia, en los establecimientos educativos que cuentan con aulas integradas es difícil que se diseñen e implementen estrategias que atiendan las características, particularidades, necesidades o potencialidades de las Personas Con Discapacidad (PCD) que por sus condición bien sea física o mental y especialmente por su respeto como sujetos, se requiere que en el sector educativo se realicen reflexiones, adaptaciones y ajustes en torno a los procesos educativos.
En Colombia se ha evidenciado que una de las estrategias que se utiliza para cumplir los objetivos de la escuela es que los procesos educativos apuntan hacia la formación para el trabajo, es decir, las PCD se forman en un campo laboral en el que supuestamente van a tener oportunidades, en esta medida la educación se centra en la adquisición de habilidades y capacidades técnicas para ponerlas en práctica de forma rutinaria en un determinado lugar, pero los procesos cognitivos que fomentan el desarrollo del pensamiento y que promuevan el desarrollo de las diferentes dimensiones del ser quedan de lado a causa de la desigualdad que deben soportar estos grupos.
Si bien constitucionalmente la educación es un derecho de todos los ciudadanos, esto no significa que sea de calidad. El Estado en su afán de garantizar la cobertura educativa ha desmejorado las condiciones del contexto escolar, cada vez se ven más personas en el aula de clase y en este sentido las PCD encuentran la posibilidad de acceder a la educación, estas nuevas oportunidades nacieron con la integración escolar, fue así que en las aulas de clase podían ingresar personas ciegas, sordas, con parálisis, dificultades cognitivas o físicas entre otras. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del Gobierno por ampliar sus políticas educativas, esta población asistía a las instituciones educativas públicas, pero los procesos pedagógicos eran débiles debido entre otras causas a que los profesionales que trabajaban con esta población no fueron capacitados para atender las potencialidades y necesidades de las PCD, pues en la mayoría de los casos los procesos y estrategias no son los adecuados, esto se debe a la falta de conocimiento ya sea de factores culturales, sensoriales, cognitivos, físicos, lingüísticos o emocionales.
Cabe resaltar aspectos positivos de todo el proceso educativo de las personas discapacitadas y es que la integración social si tuvo un efecto fundamental, en la medida que esta población empezó a formar parte de una comunidad, ser partícipe de un grupo social e incluso a relacionarse con personas con características similares, compartir experiencias, poderse comunicar e interactuar con otras personas o realizar actividades físicas son vivencias fundamentales que necesitan las PCD, las cuales se incrementaron con la contribución de la integración escolar, permitiendo salir del aislamiento, discriminación o a los rechazos que fueron sometidos.
Tiempo después surgió la inclusión educativa, la cual permitió un cambio significativo en el desarrollo formativo de la población discapacitada en la medida que se plantearon diferentes modelos de atención a dicha población, se reconoce como sujeto y la discapacidad teóricamente ya no es vista como enfermedad, se realizaron cambios pedagógicos y didácticos. Sin embargo es un tema que aún requiere ser investigado para desarrollar el pensamiento de las PCD y no se limite a la adquisición de conocimiento mecánico y rutinario.
Existe otro factor fundamental en el proceso educativo: La familia, que cumple un papel imprescindible. Se han evidenciado casos en los cuales la familia cree que en la escuela se va dar una “solución al problema” pero mientras se tenga este pensamiento, difícilmente la PCD va lograr una formación integral. Diferentes investigaciones concluyen que la familia debe acceder a procesos educativos y psicológicos, pues en varios casos la familia no acepta la discapacidad y es de vital importancia que pasen por las etapas que desde un punto de vista psicológico se denominan: negación, duelo y aceptación.
Especialista en Educación Especial con Énfasis en Comunicación Aumentativa y Alternativa .
Escritor: nathaly perez