¿QUÉ LE HICIERON AL PARCE?

 Corría el mes de abril del año 2010, los niños de la escuela La Esperanza, se encontraban disfrutando el espacio de la media mañana, algunos sentados en las bancas, ubicadas a lo largo del pasillo, otros, conversaban alegremente en la cafetería y compartían algún refrigerio en su mesa. La escuela, aunque pequeña, era acogedora, en las mañanas, el sol entraba por las ventanas de la mayoría de los salones, calentando un poco a quienes madrugaban a sus clases. Además contaba con unos cuantos árboles frondosos que durante los meses soleados, se llenaban de mangos y eran el punto de encuentro de la mayoría de los niños.

Sonó el timbre anunciando el cambio de actividad y los niños corrían hacia sus salones y se empujaban para no ser los últimos en entrar. El profesor Juan, de tecnología, esperó dos estudiantes, que no llegaron y que él los conocía muy bien. Uno era Rodrigo, llevaba solo tres semanas de haber ingresado a la escuela, venía de un traslado, porque a su madre le habían aprobado una aplicación para trabajar en una microempresa de confecciones y le quedaba retirada de la casa; por eso decidieron el cambio. Una vez ingresó a la escuela lo apodaron: “el gordo”. Callado, con pocos amigos, para sus 13 años era robusto pero no mucho, usaba ropa ancha que lo hacía ver más grueso, su cara redonda tenía un color rosado y se le apreciaban algunas pecas, que le daban una apariencia picaresca. En general era un niño agradable.

El otro, Samuel, lo conocían con el apodo de “parce”, era quien daba las órdenes en el salón y el autorizaba o no las propuestas de sus compañeros. Le tenían miedo porque en la escuela se rumoraba que el “parce” mantenía en la mochila una pistola nueve milímetros, por si las moscas, decían. Así se fue ganando la confianza del grupo hasta llegar a ser considerado por todos su líder.

Los dos estudiantes en mención no llegaron a clase y el profesor Juan inició sin ellos. Unos pasos apresurados se detuvieron en la entrada del salón en donde se encontraba el profesor Juan. Era el coordinador de disciplina quien entró, saludó al profesor y le pidió que saliera inmediatamente. El asunto es muy grave le dijo. ¿Qué sucede? Preguntó el profesor.- El coordinador con la voz entrecortada. apenas si podía hablar le dijo: “ El” gordo” mató al “parce”, en el patio de atrás, junto a la cafetería, en frente de los niños”.

¡No puede ser! Gritó el profesor, ¡No puede ser! ¡Yo los estaba esperando! era un niño pequeño con los ojos grandes, muy negros. Cuando estaban en la fila, siempre llegaba tarde y les pegaba un golpe en la cabeza a todos. Ya se lo había dicho: niño, te vas a ganar un problema, no molestes tus compañeros. Pero no hacía caso: les tiraba patadas, los empujaba, les quitaba los dulces y cuando lo sancionaban, se reía. Pero era un niño. Ahora, no podía creer lo que estaba presenciando.

Llegó la ambulancia casi al tiempo en que llegó una patrulla de la policía y acordonaron el lugar con una cinta roja. Desde ese momento nadie podría pasar hasta el cuerpo de “parce”. El médico de la ambulancia constató su muerte inmediata a causa de un trauma cerebral. La policía tomó fotos e inició la investigación. Se llevaron el grupo de niños que había presenciado el evento y esto fue lo que contaron:” Estábamos tomando la media mañana y el “gordo” abrió un paquete cubierto de papel aluminio en donde había un emparedado, al lado una pequeña caja donde sobresalía el nombre de JUGO DE MORA. Mordíó el emparedado, cuando vio parado en frente de él, a “parce” quien le dijo: “dame el “sanduche” o te lo quito”, el gordo no respondió y continuó comiendo, cuando sintió un golpe seco en la cara que no solo le tumbó el emparedado sino que le golpeó la nariz, con tanta fuerza que se la reventó y comenzó a salir sangre. El “gordo” no se movió, pero lloró; el” parce” aprovechó y de una patada le regó el jugo de la caja; luego inició una serie de palabras soeces, hirientes, referentes a él y a su madre. Días atrás, el “gordo” le había prometido a su madre que sería el mejor estudiante y que pronto comenzaría a ayudarle para que no trabajara más. Por eso no se movió, no quería pelear, sin embargo la rabia y la tristeza se confundieron y se puso de pie, “parce lo empujó” y el “gordo lo cogió de la cintura, lo elevó un poco y con fuerza lo tiró hacia el suelo, con tan mala suerte que cayó sobre el muro separador y se golpeó la cabeza. No se movió más y el “gordo” corrió hacia su salón y esperó.” Un silencio total cubrió la escuela por unos minutos hasta que los amigos de “parce” comenzaron a gritar:¡ el gordo mató al “ parce”, lo mató!

A MANERA DE REFLEXIÓN
Los niños de hoy son diferentes, el Dr Thomas Gordon en su libro titulado, Maestros Eficaz y Técnicamente preparados, nos muestra” la necesidad de tener aulas modernas capaces de cautivar la atención de los niños”. Estoy totalmente de acuerdo con el Dr Gordon, pero me atrevo a ir más allá, aulas con todas las herramientas necesarias para que un niño pueda estar ocho horas en la escuela. Es imposible tener 45 niños en un salón con escritorios y a ello se añade la disciplina de tener que estar quietos, callados y atentos. ¿Podría el profesor Juan, haber esperado un poco más los dos estudiantes? ¿Dentro de sus competencias se incluía ir a buscarlos? ¿De quién es la responsabilidad?.

María Eugenia Zapata A.