RECHAZO Y DESINTEGRACIÓN SOCIAL DEL INMIGRANTE AFRICANO EN CATALUÑA – 3 parte –

Un elemento sorprendente en esta encuesta fue la opinión de los jóvenes españoles sobre la inmigración, por el hecho de ser el grupo de edad más abierto y tolerante con los cambios. Sin embargo ellos opinaron que son demasiados y que su presencia origina más inconvenientes que ventajas para el país. En este sentido relacionan a los extranjeros con la delincuencia y el paro, aunque en general no están de acuerdo con los actos de violencia contra ellos. Fue evidente que el trato de los jóvenes con estos grupos poblacionales suele basarse en la desconfianza o en la indiferencia.

En general, las encuestas revelaron que las personas de mayor edad son las más intransigentes con el tema de la inmigración y que las mujeres son más tolerantes que los hombres

Algunos españoles ven injusto como viven muchos de los inmigrantes y el trato que se les da por parte de los nacionales. Ellos creen que se deberían cubrir sus necesidades básicas como alimentación, educación y vivienda, incluso que se deberían elaborar más planes que propicien el progreso social de estos ciudadanos que les permita obtener mejores empleos.

Es importante destacar que los inmigrantes africanos se ven sometidos adicionalmente a discriminaciones racistas y otras relacionadas con el comportamiento social. Por ejemplo lo más común es relacionar a los inmigrantes con la delincuencia, pero esto no es para nada absoluto.

Los grupos étnico-culturales que forman la inmigración en España son cinco. El primero es el de los chinos, los que por lo general, no alteran el orden público y son muy trabajadores. A su vez constituyen un verdadero enigma en la medida en que forman una comunidad prácticamente impenetrable que no se mezcla con el resto de la población. Esto provoca que la integración de los asiáticos sea solamente relativa y que se encuentren fuera del interés de las autoridades y de las desconfianzas de la sociedad.

El segundo grupo, los procedentes de países de África subsahariana, tampoco se suelen ver relacionados con problemas de delincuencia. En su mayoría se dedican a la recolección de frutas y a la venta callejera. Es por ello que no son frecuentes las muestras de rechazo por parte de los españoles. Otro elemento relevante es que este grupo no se destaca en las peticiones de apoyo a las administraciones y a las ONGs. Ellos tienden a “buscarse la vida” sin pretender la integración.

Los inmigrantes procedentes del Este de Europa conforman el tercer grupo. Las actividades en las que se destacan incluyen el servicio doméstico y la prostitución en el caso de las mujeres, en tanto son comunes en los hombres los trabajos de carácter manual como la albañilería, la electricidad y la fontanería. Sin embargo, aquellos con mejor preparación profesional y conocimiento de idiomas pueden verse insertados en la administración en empresas. No es común que despierten sentimientos de rechazo a pesar de la existencia de bandas organizadas dedicadas a robos, atracos y prostitución. La integración de este grupo se considera relativa pero creciente en la segunda generación.

Los hispanos constituyen el cuarto grupo. La población no suele distinguir entre ellos pero algunos como los procedentes de Ecuador y Colombia  están especialmente acentuados. Es de esperar que la integración de este grupo sea fácil y de hecho es la mejor, dado los puntos comunes de carácter lingüístico y cultural.

En el último grupo se encuentran los magrebíes. Tienen en común con los hispanos que son los dos grupos que más reciben del Estado, aunque sus aportes no compensen estas entregas. Sin embargo a diferencia de los de Latinoamérica, la integración de este grupo es casi nula dadas las resistencias de tipo cultural y religiosa. Ellos sí son considerados rechazados por los nacionales.

Las aceleradas tasas de crecimiento de la población magrebina y la imposibilidad de que la población activa sea absorbida localmente hacen inevitable la emigración, la cual se dirige a Europa debido a las enormes brechas en los niveles salariales entre esos países y los europeos.

Precisamente la cercanía de los inmigrantes procedentes del norte de África ha convertido a Marruecos en el país más impopular en España. Se estima que este rechazo es más cultural que racial. En esta dirección son frecuentes los centros escolares donde se manifiesten problemáticas asociadas a la exclusión que deben sufrir las musulmanas en la práctica de deportes, obras de teatro y trabajos escolares por la imposición familiar. Aunque todavía no se han detectado dificultades relacionadas con el repudio de profesoras por parte de alumnos musulmanes, sí se han informado casos de mutilación sexual de niñas o de maltrato a mujeres siguiendo la ley islámica.

A pesar de las muestras de rechazo y desintegración hacia los inmigrantes, es importante aclarar que, a  diferencia de lo que sucede en otros países europeos, en España no existe ningún partido xenófobo con representación parlamentaria.

Aunque no son comunes los estallidos de racismo, es cada vez mayor el sector de la población que se queja de los beneficios que reciben los inmigrantes de forma gratuita, en la mayoría de los casos sin pagar ninguno de los impuestos que recaen sobre los españoles. Es por ello que contrario a lo que algunos sostienen, otros consideran que los inmigrantes son tan numerosos que lejos de apuntalar el sistema de bienestar podrían dañarlo al recibir sus beneficios sin contribuir a su sostén. En este sentido, las protestas emitidas por los nacionales en contra de los inmigrantes en áreas como la sanidad o la enseñanza son crecientes y denotan una gran incomodidad.

Autor: Moises Bolekia