De las revoluciones clásicas a los giros epistémicos de Copérnico, o teoría heliocéntrica, que demostró cómo la tierra no era el centro del universo y, por tratarse de una herejía en contra del dogma creacionista, fue desprestigiado y perseguido por la Inquisición (este último referente fue utilizado por Kant como metáfora de su giro copernicano del conocimiento, que se comenta en el primer apartado del presente ensayo). Posteriormente, surgieron revoluciones científicas, entre los siglos XVI y XVII, como lo refiere el concepto de Koyre retomado por Kuhn (2004) en relación con su teoría de los paradigmas ; sin embargo, no se profundizará sobre esta filosofía de la ciencia, en tanto se trata de una alusión al concepto de revolución clásica para dar paso a la noción de los principales giros epistémicos en los estudios humanísticos contemporáneos, a saber: el epistemológico, el lingüístico, el hermenéutico y el pragmático.
Otros desplazamientos conceptuales derivados de estos giros son, por ejemplo: el semiótico (sentido/signo), icónico (presencia/sentido), corporal (cuerpo/mente), teológico (donación/fenómeno), cultural (producción/contexto), decolonial (modernidad/colonialidad), por mencionar los más destacados en estudios culturales y filosóficos. Cada uno constituye un tema amplio de abarcar; sin embargo, algunos de estos sugieren comentarios en relación con los principales de los que se ocupa este trabajo.
Es preciso comentar que este tipo de virajes se caracterizan por asumirse en una actitud posparadigmática, como son, por ejemplo: la posmetafísica (incluido el poshegelianismo) que va del primer giro kantiano hasta el último giro impulsado por Rorty (posanalítico) como se verá en este ensayo. Asimismo, el posestructuralismo que atraviesa los tres giros que tienen en común una crítica frente a los metalenguajes (que se refieren a sí mismos) generalizadores, que suponen inferir verdades y explicaciones del orden social implícitas en la lengua y el habla, sean cotidianas o institucionales. De hecho, estos giros también fueron comprendidos dentro del movimiento filosófico de la posmodernidad, precisamente, por lo que Lyotard (1987) definió como desuso del dispositivo de los metarrelatos de legitimación.
Este ensayo discurre en torno a tres experiencias: la lectura de los textos, la metodología de cada giro y la formación recibida sobre los mismos. De esta manera, se tiene en cuenta no solo los presupuestos epistemológicos, sino también los casos en los que estos conceptos son objeto de investigación y de enseñanza en pregrado y posgrado, de los cuales se dará cuenta en una memoria formativa en notas a pie de página.
Giro epistemológico: subjetividad/objetividad El giro copernicano del conocimiento fue definido por Kant, en su Crítica de la razón pura en 1781, frente a la tensión de dos tradiciones filosóficas dominantes, el empirismo encabezado por Hume y el racionalismo por Descartes. La primera interroga si se accede al conocimiento por los sentidos (res extensa o exterioridad) y, la segunda, si se obtiene por la razón (res cogitans o interioridad). La resolución que se asume es que no hay un reduccionismo a ninguno de estos extremos, sino que hay un proceso metodológico de tres preguntas: ¿qué es lo dado? (el fenómeno), ¿qué se puede conocer? (el noúmeno) y ¿cómo podemos conocer? (el método), de ahí la importancia que constituye para la epistemología, en tanto contribuyó a esclarecer la dialéctica subjetividad/objetividad; es decir si el sujeto gira en torno a (o es determinado por) los objetos o, bien, si estos son determinados por el sujeto. Así, es este el que carga de atributos e intenciones a las cosas que hacen parte de la experiencia de conocimiento.
Esta revolución de finales del siglo XVIII tuvo ecos que coincidieron con el debate del siglo XIX en el que las ciencias del espíritu y humanas definieron su estatuto epistemológico con respecto de las ciencias exactas y naturales. Esta nueva positividad alcanzó pretensiones de universalidad que situaban lo humano como objeto central de todas las ciencias. Las humanidades surgieron como un grupo de disciplinas inexistentes antes de los siglos XVII y XVIII, porque no había una objetivación por el saber de lo humano convertido en un supervalor de la razón en la cultura occidental. Según la arqueología de las ciencias humanas que hizo Foucault en la década del sesenta, tampoco existían dominios empíricos de saber sobre la vida, el lenguaje y el trabajo, que se constituirían en la biología, la filología y la economía, las cuales fueron contemporáneas y del mismo género que el nuevo conocimiento humanístico que, aunque no pertenecía propiamente a estos dominios ni a los de la matemática ni la física, estaba imbricado en los intersticios de esos saberes, de los que tomó referentes de sus modelos teóricos.
La crítica kantiana es relevante porque constituye un punto de revolución epistémica al que retornaron otros giros que le sucedieron, como es el caso del círculo hermenéutico de Dilthey, quien buscó establecer una crítica de la razón histórica a partir de la teoría de Kant, según la cual planteaba la exigencia de ponerse espiritualmente en la situación de los sujetos de estudio, como un experimento de identificación mental con los mismos (Mardones, 2001, p. 110).
De acuerdo con Gadamer, esta vuelta a la filosofía de Kant o Neokantismo fue crucial para los giros hermenéutico, lingüístico y pragmático, en tanto coincidieron en retomar la superación de la metafísica dogmática, en particular del absolutismo hegeliano de la razón autoreferenciada o que se conoce a sí misma, puesto que como se comentó atrás, se trata de un metarrelato que valida su propia verdad al margen de los sujetos sobre los que esta se ejerce (2002, pp. 57-66.) [Hasta aquí hay 997 palabras]
Giro hermenéutico: comprensión/explicación En la academia son usuales estas dicotomías, como la anterior de subjetividad/objetividad, y la que se pone en tensión en este despliegue, las cuales ubican el primer término del lado del método inductivo y el segundo del deductivo, también atribuidos a la elección del tipo de investigación, sea cualitativo o cuantitativo. Sin embargo, estos extremos son reduccionismos que obstaculizan las alternativas inter y transdisciplinares, y remarcan las divisiones de campos de formación al interior de las facultades.
El círculo hermenéutico es un método que tuvo lugar en el origen de las ciencias históricas y del espíritu a finales del siglo XIX, planteado por Schleiermacher y continuado por Dilthey a principios del siglo XX (perspectiva epistemológica), pero volvió a cobrar importancia en la década del veinte con Heidegger (perspectiva ontológica), y en los años sesenta con Gadamer y Ricœur, por mencionar estos últimos autores dentro de otro despliegue conocido como el giro hermenéutico de la fenomenología.
Es importante hacer referencia a uno de los últimos virajes como es el giro teológico de la fenomenología , que resultó de una crítica de Janicaud a esta corriente francesa que bajo los criterios de este método dirigido a la genealogía del sentido y de la experiencia, la percepción, mundo de la vida, la ontología hermenéutica, etc. retornó a conceptos de origen teológico como son la finitud del rostro en Levinas, el don en Derrida, el icono en Marión, la carne en Husserl, Merleau-Ponty, Henry.
Esta continuidad hermenéutica constituye un enfoque interpretativo-comprensivo, que tiene como objeto de estudio corpus documentales de fuentes primarias de archivo o impresos, así como secundarias de tratados teóricos fundamentales, para captar significatividad singular emergente de un expediente o compendio general, por medio de un proceso de intelección o entendimiento concéntrico o espiral, que atraviesa los textos en sustratos de enunciación o condiciones de producción, en los que se sitúan las diversas voces que intervienen en determinado género textual complejo o simple. Para Gadamer, el método del círculo hermenéutico consiste en asumir una sospecha ideológica, luego, identificar los prejuicios y presupuestos, seguido de la formulación preguntas, realizar una interpretación literal, delimitar el universo de significados, dar respuesta a las preguntas y, por último, hacer una reconstrucción de la interpretación (Gadamer, 1993).
Por otra parte, la renovación de los métodos en ciencias sociales también exigió lo que Giddens (1987) definió como doble hermenéutica: la primera, de las formas de vida divergentes dentro de los metalenguajes descriptivos de las ciencias sociales; la segunda, de la productividad y reproducción de la sociedad como el resultado logrado de la actividad humana (pp. 165-166). De esta manera, la sociología comprensiva plantea la exigencia de someter a la comprobación empírica los resultados obtenidos a través de la significación subjetiva.
Esta extensión de la hermenéutica hacia la sociología, la antropología y la historia se atribuye al mencionado giro cultural y a lo que Marcus y Fischer llamaron un “momento experimental de las humanidades” (2004, pp. 27-39). En efecto, la antropología comprensiva planteada por Geertz (1987) en la década del sesenta, define la cultura como un sistema de expresiones simbólicas y, en lugar de explicar las causas de fenómenos y su validez en marcos teóricos, se propuso explorar los modos innovadores de describir en un nivel micro el proceso mismo del fenómeno; es así como, cobra importancia la hermenéutica en la etnografía contemporánea para el registro, interpretación y descripción de procesos culturales y sociales observados de cerca (Marcus y Fischer, 2004, pp. 27-39). De otro lado, con respecto a la historia, es importante destacar el concepto de metahistoria de White (1992), que interpreta las técnicas de escritura sobre la sociedad según los géneros literarios clásicos de la gesta, la tragedia y la comedia universales.
Giro lingüístico: lenguaje/realidad Es frecuente recurrir a la diferencia entre el giro hermenéutico, el lingüístico y el pragmático, en tanto los tres tienen en común el paradigma del lenguaje como centro de sus teorías y métodos; no obstante, el primero procede sobre la interpretación y la expresión; y, el segundo, sobre los juegos de lenguaje o diversas posibilidades de significación y de contextos que hay en el uso lógico del lenguaje para afirmar o negar una premisa con pretensión de verdad o realidad. De ahí, la conocida sentencia de Wittgenstein: “que el mundo es mi mundo se muestra en que los límites del lenguaje (el lenguaje que yo sólo entiendo) significan los límites de mi mundo” (1980, § 5.62., p. 163.). Esta praxis analítica y crítica del lenguaje será radicalizada por Rorty en su giro pragmático, también influido y criticado por Habermas, en su teoría consensual de la verdad y de la razón argumentativa.
De este giro surgió la corriente del Positivismo lógico del Círculo de Viena, 1920-1930, que acudía al principio de verificación metalingüístico de los postulados científicos y, como se vio, también estuvo caracterizado por una negación de la metafísica, la cual carecía de evidencia empírica. Esta corriente recibió críticas por parte de filósofos como Wittgenstein, Popper, Lakatos, Kuhn, Feyerabend, entre otros, en particular por la imprecisión del método inductivo, porque es un reduccionismo validar que se pueden obtener leyes o principios generales de hechos o comportamientos particulares, dado que deberían ser demostrables todas las premisas de una tesis para considerarla válida, procedimiento que usualmente se omite en investigación de tipo cualitativa.
Giro pragmático: acción/conciencia Por último, este viraje se ha comentado en el segundo y anterior apartados en cuanto al retorno a una razón práctica que trasciende la metafísica y el paradigma de la conciencia dominado por la relación sujeto/objeto; así como se mencionó la difusión del giro lingüístico por parte de Rorty (1992), integrado al Neopragmatismo norteamericano, según la relectura de los clásicos Dewey y James, quienes consideraban la teoría como acción en sí misma. De este influjo, Rorty critica las consecuencias del establecimiento de sistemas abstractos universales y de sus implicaciones morales, discursivas y políticas. Para el filósofo norteamericano, no es posible asumir una esencia o naturaleza humana, en tanto conduce a totalitarismos como el etnocéntrico, el político y las violencias metafísica y epistemológica. Por lo tanto, los seres humanos son contingentes, en tanto se definen y se van creando a sí mismos en la medida de sus capacidades y proyectos, sin la determinación de un principio a priori, exento de la vida social.
En conclusión, es común el comentario que sostiene que “toda teoría nace en contra de otra”; sin embargo, las dialécticas expuestas consisten más bien en una “superación” que lleva consigo como correlato a lo superado, para reafirmarse en su contrario. En ese sentido, como se vio, estos giros se interceptan entre sí como un continuo que traza una ruta de relevancias epistémicas que van de un proceso de conocimiento a otro; de tal modo que permite seguir, a grandes rasgos, los fundamentos, evolución, trayectoria y posibles prospectivas de estas corrientes, las cuales siguen renovando las discusiones y formas de investigar dentro de los estudios humanísticos contemporáneos.
Referencias
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Gadamer, Hans-Georg (1993). Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Salamanca: Sígueme.
Geertz, Clifford (1987). La interpretación de las culturas. México: Gedisa
Giddens, Anthony (1987). Las nuevas reglas del método sociológico. Buenos Aires: Amorrortu, pp. 165-166.
Janicaud, Dominique (1991). Le tournant théologique de la phénoménologie française. Paris: Éditions de L’Éclat. En: Restrepo, Carlos E. (2013). El giro teológico: nuevos caminos de la filosofía. Medellín: UPB.
Kant, Immanuel (2006). Crítica de la razón pura. México: Taurus.
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Lyotard, Jean-F. (1987). La condición posmoderna: informe sobre el saber. Buenos Aires: Cátedra.
Marcus, Georges y Fischer, Michael (2004). La antropología como crítica cultural. Un momento experimental en las ciencias humanas. Buenos Aires: Amorrortu.
Mardones, José M. (2001). Filosofía de las ciencias humanas y sociales. Materiales para una fundamentación científica. Barcelona: Anthropos
Ricœur, Paul (2002). Del texto a la acción. Ensayos de hermenéutica II. México: FCE.
Rorty, Richard (1991). Contingencia, ironía y solidaridad. Barcelona: Paidós.
White, Hayden (1992). Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. México: FCE.
Wittgenstein, Ludwig (1980). Tractatus logo-philosophicus. Madrid: Alianza, § 5.62., p. 163.
Wittgenstein, Ludwig (1988). Investigaciones filosóficas.
Escritor:Jairo Gutiérrez Avendaño*