Satán y el sacrificio a través de un movimiento armónico según René Girard.

Se reconoce en el sacrificio una operación de transfert colectivo que se manifiesta sobre la víctima a partir de tensiones internas, rencores, rivalidades, etc..; el sacrificio tiene una función real y la sustitución se presenta en toda comunidad, esta víctima sustituye y se ofrece a todos los miembros de la sociedad bajo la participación de todos, el sacrificio protege a los verdugos, en el sentido de que no serán ellos quienes tengan que sufrir la violencia de otro, sino que todos ya lo han puesto sobre un chivo expiatorio, situación que les otorga una satisfacción colectiva pero parcial. El sacrificio tiene una función social con un fundamento teológico a través de ritos, desde los cuales pretende liberar al hombre de sus rencores, envidias y rivalidades, para ponerlas sobre una sola víctima y que después toda la comunidad pueda regresar a orden.

Esto se ilustra mejor desde la figura de Satán a la cual Girard hace referencia. Siguiendo la explicación de René, la figura de Satán es mucho más compleja y necesaria de lo que la historia nos ha hecho creer, su presencia es incluso indispensable y no podemos verlo como un personaje secundario, pues no merece el olvido al cual ha sido condenado durante mucho tiempo por muchos teólogos que no desean ya incluir al Príncipe o Diablo (entre otros nombres por los cuales se le conoce).

Lo que Satán viene a proponerle al hombre es una libertad, propone la liberación de la moral, de las reglas y nos invita a que podamos conducirnos bajo nuestras propias inclinaciones y así logremos transgredir las prohibiciones ya dadas por Cristo. logra sentirse liberado, aunque esa sensación durara muy poco tiempo, ya que si uno logra escucharlo con atención, no tardara en ser privado de todo aquello que protege el mimetismo conflictivo y en lugar de avisarnos sobre las trampas que nos aguardan, Satán nos hace caer en ellas.

” La figura de Satán expulsado es la que fomenta las rivalidades miméticas a tal punto de exhalar a toda una comunidad y llevarla hasta la liberación de su violencia, y al final es ese mismo Satán expulsado el que una vez que llega al punto máximo de esa liberación donde desencadena el mecanismo victimario.  Aunque al principio se lleve al caos y desorden de una forma que no parece tener arreglo, cuando la violencia llega a su punto máximo y la comunidad logra desahogarse en la víctima, entonces se vuelve al orden.

“El desorden expulsa el desorden, Satán expulsa a Satán. Una vez que la infortunada víctima ha quedado aislada, privada de defensores, nada puede ya protegerla de la masa desenfrenada. Todo el mundo puede encarnizarse con ella sin temor a represalia alguna. Aunque la víctima única parezca quizá poca cosa para los apetitos de la violencia que convergen sobre ella, en ese instante la comunidad sólo aspirara a la destrucción de ella . Así, esa víctima sustituye efectivamente a quienes poco antes se oponían entre sí en mil escándalos diseminados aquí y allá y ahora se unen contra ese blanco.

En la comunidad nada tiene ya más enemigo que esa víctima, tras su rechazo expulsión y aniquilación la multitud se siente liberada, entonces esta lograra sentirse purificada de todas sus tensiones. El “todos contra uno mimético” o “mecanismo victimario” tiene la asombrosa propiedad de traer de nuevo la calma a una comunidad momentos antes tan perturbada que nada parecía capaz de apaciguarla. Por esto es que la violencia y el desorden conducen a la comunidad hacia la armonía, y lo que parecía ser catastrófico al final resulta ser satisfactorio y permite que la comunidad pueda alcanzar el bienestar y saciar su sed durante un tiempo hasta que requiera una víctima nuevamente. ”

Bibliografía:

René Girard, la violencia y lo sagrado, Anagrama, Barcelona, 2000, Págs. 186.
René Girard, Veo Caer a Satán como Relámpago, Anagrama, 2000, Págs.222.

Escritor: nathalie Gutierrez