SEMIOTICA Y ESCUELA

La vida es una imagen, una sombra, un destello que merece ser interpretado. La unidad de las cosas, el factor, el punto de equilibrio, es aquella base en la cual se consolida el todo, arista subyacente donde surge la interpretación, la representación, la comprensión, la mirada propia. Cada quien, cada sujeto, es un altar de significaciones, de interpretaciones, cada mirada es un punto cardinal distinto desde donde se observa el mundo.

El lenguaje, aquel engaño universal, es el vehículo por donde florecen las ideas, el alimento de las verdades, que se construyen consiente e inconscientemente, palabras, figuras, gestos, meollos de una realidad inversa e indestructible que se corroe en cada silaba, en cada grafo, en cada aliento. Es necesario, casi que justo, que el hombre entienda dicho lenguaje, (no desde una visión prosaica que lo impele a entender y obedecer), desde una forma reactiva, reaccionaria, que lo inmute a la respuesta, al intrépido devenir de la duda, que lo interrogue como a un niño, que le permita fondear las vicisitudes de la realidad. La construcción de las ideas es mediada por cada suspiro, casi como caballos inconscientes se le da rienda suelta a los preceptos, la sociedad es un junkers ju 86 que a diario nos bombardea con sus creencias, con sus ilusiones, con sus posibilidades que limitan, es decir, estamos expuestos a la gran lluvia de significados, de imágenes, de palabras, y parados en el andén de la vida nos cubrimos con la sombrilla del prejuicio, la que nos permite estar secos en medio de tanta humedad. No digo que el prejuicio deba mantenerse, mucho menos desmantelarse, solo debe estudiarse, analizarse, quebrarlo en pedacitos y de las ruinas, de los fragmentos del prejuicio construir la duda, la que trace el camino de la verdad propia, la que también debe ser destruida y regenerada con el paso del tiempo.

Entonces, ¿Qué es la semiótica?, se dirá que es la interpretación, el estudio del lenguaje dentro de un campo social, (porque si es lenguaje, es social y este es un vínculo que no se podrá desatar nunca), un paradigma que rompe las cadenas del sueño y abre los ojos a la realidad. Interpelar, reaccionar, no solo implica el reconocimiento de la idea, es todo un proceso que debe ser desmentido urgente, como una nube de napalm las mentiras vuelan por ahí, engañando y pervirtiendo, es la misión de la esfera enfrentar la tormenta, subir con el halito del intelecto, con la rudeza del conocimiento y desmentir la vida, que la publicidad invade y el tiempo apremia, acosa, entre los libros de texto en los que la escuela dormita desde siglos atrás, como el gran coloso, dormitando, soñando, esperando.

Escuela y semiótica, conceptos a la deriva que se hace necesario traer a puerto. El dogma está roto, la vida no solo se lee en palabras, las significaciones son más profundas y constantes, guerras, propagandas, ulceras de la tierra, escenarios de pánico que deben ser analizados con la sutileza de un colibrí, el tiempo nos ha desmentido, el español deja de ser un idioma, una asignatura, es toda una expresión que milita el mundo, con cadenas, prejuicios y alelíes, por ello el conocedor, el docente debe ser magistral en el manejo de esta gran jefe, no desde un punto académico y simple, se debe ir mas allá, a un lenguaje practico que maneje las riendas del conocimiento, de la crítica, de la mirada impía y altanera que contamina todo, lo que está bien y está mal.

La comprensión de las imágenes en un actuar cotidiano, permite establecer las certezas que construyen la realidad de cada individuo, es decir que a menos interpretación, la realidad se disminuye, se agota, se empequeñece, se hace corta e insípida. La insipidez se evidencia en la ceguera negada, cuando las puertas de la percepción, se abren, en minúscula comprensión entra la alborada el medio día del conocimiento. Así las imágenes pasan de ser bombas ecuánimes a amenazas alienantes, como un niño deja de ser hombre, así mismo la mutación altera el significado, se quita el velo, este es remplazado por un gris terciopelo, el prejuicio cambia, el dogma se hace insignificante.

El rebaño se divide, se parte, se dilata, una nube nueva se eleva en las mentes, como un rayo ensordecedor atraviesa las agonías, la imagen, el lenguaje es el significado eterno; el cielo y la tierra pasaran, pero las palabras jamás pasaran, serán la muestra latente de la historia, de los tiempos, de los buenos y malos vientos, es necesario descifrar el enigma, desenredar la telaraña en la que se envuelve el mundo, certeros y holgazanes, héroes sin nombre ni rostro, que con la espada de la lengua descifren el mundo, lo interpreten, lo desmiembren, lo vuelvan añicos. La reconstrucción.

Escritor: Sergio Antonio Cancelado Castro