Ser política en Chile: Las feministas y los partidos

Julieta Kirkwood -multidisciplinaria activista feminista- realizó un recorrido sobre la participación política de las mujeres en la historia de Chile a través del movimiento feminista en Chile, considerado el surgimiento de la conciencia femenina y otorgando el rol de sujetos históricos. Sin embargo, esta conciencia se debe entender desde la perspectiva del patriarcado, pues la construcción de identidad de la sociedad chilena es ineludiblemente una herencia colonial que se entiende desde el proceso de mestizaje, el cual comprende a la mujer desde la labor domestica y maternal, mientras que el hombre –campesino, peón o patrón- surge como la figura patriarcal entre la sociedad chilena.

Kirkwood desarrolló la investigación desde la formación de la conciencia feminista , a través de una perspectiva sociológica, sin embargo, este análisis no habría sido posible sin el recorrido historiográfico que añade a la metodología de dicha investigación. El objetivo se entiende como el análisis al problema femenino en la sociedad chilena, a partir de la integración social de las mujeres, considerando que las mujeres a lo largo de la historiografía chilena han sido meramente un sujeto mencionado bajo la sombra de los estudios de la masculinidad. La literatura sobre la conciencia feminista o femenina sólo se puede comenzar a observar cuando las mujeres logran ser historizadas desde la academia en la década de los ochenta, con la incipiente historiografía social chilena que se comienza a escribir desde los historiadores exiliados por la dictadura.

Junto con lo anterior, la historización de las mujeres chilenas no pudo ser observada sin antes conocer antecedentes previos, es decir, relatar a las mujeres chilenas desde que surge la identidad popular . Para la autora, primeramente se plantea la necesidad de una conciencia contestataria femenina, cuestionando la expresión social que las mismas mujeres pudiesen tener, pues la identidad femenina como sujeto sólo puede ser observada desde –en una primera etapa-como conciencia significativa.

Un claro ejemplo de esta conciencia, es durante el proceso de las labores domésticas surgidas durante el siglo XIX, ya sean costureras, lavanderas, cocineras o bien prostitutas; con el fin de sobrellevar la economía sustentable del hogar, desde una mirada micro historia para llevarla a lo que bien plantea la autora a una macro conciencia que durante muchos años fue invisible ante su rol de mujer en la sociedad, y que ya en la mitad del siglo XX las mujeres logran tener una mayor participación en política, como lo fue durante la Unidad Popular o su rol enfático durante los años de la dictadura.

La historiografía de las mujeres pareciera no ser suficiente, sin embargo, pausadamente ha estado constantemente figurando con diversos planteamientos desde ya hace algunos años, pues la historiografía social teoriza a las mujeres desde las diversas aristas que la sociedad lentamente se abra a nuevas perspectivas, hacia el rol de género femenino.

Para la autora, el análisis femenino no se realiza desde el sujeto mismo, sino que se toma desde la opresión desde la negación, por lo que resulta ser una perspectiva netamente feminista desde el antagonismo que predispone el autoritarismo –patriarcado-, y que además resulta ser la problemática del mito de la igualdad, y que se plantea en la multi causalidad económica, política y social de la historiografía, y que muy en acuerdo con la autora la historia de la mujer es reconocida cuando se genera crisis en ideologías y en valores. Además, las expresiones de presencia femenina pública resultan ser no representativas para los procesos sociales. Junto con esto, la participación femenina sólo puede ser analizada desde el ser persona, para que la teoría misma identifique a las mujeres como individuos y no como sujetos participantes de la historiografía.

Sin embargo, el planteamiento de la autora que permite observar la invisibilidad de las mujeres a lo largo de la historia, hecho que posiblemente este en lo cierto, pero que con los procesos significativos para la historia reciente, esta invisibilidad pase a ser en muchos aspectos visible y protagónica, un claro ejemplo de esto se puede identificar con las mujeres que se agruparon en pos de los detenidos desaparecidos durante la dictadura entre 1973 y 1989.

La virtualidad que se plantea en el texto, va directamente relacionada con la historia oculta, ecuanto al proceso continuo de sucesivas tomas de conciencia , es decir, la aspiración que tienen los sectores sociales involucrados dentro de su ideología en relación a los procesos históricos, sociales y políticos. A partir de esto, es que la historización de lo femenino posee tiempo y espacio individual, y que por largos años ha sido negada y oculta. Desde esta perspectiva es que la autora plantea el cambio de la construcción de la historia de las mujeres como un contenido verdaderamente revolucionario, dando paso a lo que significaría convertir el feminismo en un movimiento contestatario y rebelde.

Sin embargo, la metodología para historizar y analizar todo el proceso de construcción de los movimientos feministas, a partir de la recuperación de procesos y hechos de los cuales se podría determinar la participación de las mujeres en la historia para someter dichos procesos en categorizaciones historiográficas, para que las ciencias sociales dispongan de un cuerpo teórico completo para el análisis sociológico.

cultural, como contraparte y contestación al autoritarismo como defensa, considerado desde la época de la dictadura, donde la mujer es netamente un factor funcional para la junta militar . La problematización de las mujeres se puede vislumbrar en lo que significa ser participe en el mundo privado y público, y la completa omisión a la discusión de este grupo social, ya que no se contempla como un problema legitimo. Estos cuestionamientos que tienen como base la relación de poder dentro de la sociedad, donde la mujer siempre se determina desde su rol dentro de las labores domésticas, quedando atrás la reflexión para los planos económicos y políticos institucionales.

Las mujeres y el movimiento que se fue construyendo paulatinamente a partir de la sumisión y la aceptación desde el rol social y biológico en la sociedad, es decir, analizar a las mujeres desde su rol domestico y biológicamente determinante como condición natural femenina, posicionando a la mujer como individuo, pero que posteriormente se ha convertido la mujer activa y participante en la sociedad chilena moderna como un panorama general sobre la historiografía de los movimientos protagonizados por mujeres, o más bien dicho, sobre la participación femenina en la sociedad chilena actual, ya que por alguna u otra razón el feminismo en sí mismo aún no logra determinarse ni mucho menos categorizarse, debido a los mismos desacuerdos teóricos y prácticos entre las mismas feministas activas.

Finalmente, para Kirkwood la recuperación de la virtualidad es que la historia feminista debe ser historizada de acuerdo a los procesos en los cuales las mujeres han sido activamente participes, a través de la igualdad y emancipación como sujeto histórico independiente de otro, es decir, de su congéneres. Esta periodización es realizada por la autora desde 1930 hasta 1973. En conclusión, la historización y el análisis de los movimientos feministas resultan ser aún inconclusas para el procesos y análisis historiográfico, ya que aún queda mucho camino para plantear el género como objeto de investigación por sí mismo como ente reflexivo y que sea una historia develada con identidad y conciencia reconocida y asumida por ambos géneros, elaborando una teoría y diseñando la practica en la multi causalidad categórica de la historiografía chilena. Esta problemática requiere de diversas aristas, las cuales aún no quedan delimitadas, ya que por la herencia patriarcal, aún la mujer de alguna u otra forma para la academia seguía siendo hasta hace algunos años un objeto de estudio que pasaba a estar en segundo plano.

Sin embargo, ya por estos años pareciese ser que la idea de historia de las mujeres tiene un rol protagónico y destacable en la construcción de identidad, que ya tiene sus primeros antecedentes en el periodo colonial, y que luego se acentuaría en la etapa industrializadora, recobrando protagonismo durante la dictadura militar, ya sea para apoyar férreamente al oficialismo, o también como defensa de los derechos humanos a través de agrupaciones de victimas de la dictadura. Mientras tanto, aún es esperable que la academia y que la historiografía en general resuelva el tratamiento teórico y práctico que debe tener dicho enfoque a partir de la historia de las mujeres.

Escritor: Ana María Vargas