Soledad

Solo y sólo ante las palabras y sonidos en torno al “Así habló Zaratustra” me parece que todos ellos han tenido la dificultad de caer bajo el balbuceo diplomático de los estudios universitarios, la rapsodia alucinante del citar para explicar lo inexplicable y el ruido vulgar de una narración estéril. La gran dificultad manifiesta en todo intento de abordar la música que impera en el canto de esta gran obra yace en nuestra incapacidad para escuchar, para darle espacio al silencio, para ser sinceros con nuestro propio corazón. Yo me pregunto: “¿Qué hay en Zaratustra que pide ser escuchado y nosotros respondemos siempre con el grito del mercado, con la polución sonora del que ya no aguanta ni un segundo más el silencio y estalla en bullicio vulgar?”. Quizá la pregunta aquí deba ser reformulada: ¿Qué hay en nosotros mismos que aún después de más de cien años este cantar se nos presenta extraño, lejano y confuso?

Ha de perdonarme el lector y he aquí mi advertencia pues la intención del escrito presente no es la de ser un estudio que desde la muerta exterioridad y lejanía pretenda dar visiones de aquello que se le presenta transfigurado por la distancia. ¡Cuántas veces no se ha tropezado así con Nietzsche! ¿No es acaso esto producto de nuestro sabio, docto y prostituto academicismo? Nuestra labor aquí implica acercarnos, fundirnos con la obra, transformarnos. El que aquí quiere escuchar música ha de dejar su arenga acostumbrada para transformarse, para fundirse en la música presente en Zaratustra, acercarse. Quizá este sea el gran paso que el hombre no ha estado dispuesto a dar por el miedo a ser arrastrado por el ritmo imperante de una música que le invita a bailar, a cantar, a festejar.

Hace falta arrojarse para atestiguar lo incomprensible. Si alguna vez alguna expresión ha sido ignorada es porque no se ha logrado vivirla. Entiendo ahora la complejidad de quien habla a oídos sordos pues estos oídos son sordos voluntariamente. No entender es más bien cuestión de voluntad cuando se abre ahí un camino hacia una vida, una vida nueva que pide ser vivida.NIETZSCHE, Friedrich, Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza, 2009, p48. Yo te invito amigo lector: ¡Transformémonos! Es necesario aquí acudir con el corazón expuesto, sin blindajes. Es necesario aquí hacerse parte de la música, cantar al lado de Zaratustra. ¡Sea, pues! Si así lo deseas: ¡Cantemos!

Es preciso dejar el disfraz del sabiondo para elegir un instrumento, para integrarse a la sinfonía; sin embargo, ¿a qué nos integramos? Nuestro ensayo musical se concentrará en el prólogo de la obra. Decimos que el ensayo es musical acaso conducidos por la afirmación de esta obra como música y nos preguntamos, ¿qué pieza es? ¡Una obertura, claro está! La obertura en música es la pieza de apertura a toda composición monumental, es una totalidad que nos permite ver los temas que han de desarrollarse a lo largo de la magna ópera en la que hay espacio a un desarrollo más amplio y detallado de todo lo expuesto en su microcosmos. Mirar las particellas del prólogo nos permite intuir el desarrollo de los temas en todo Zaratustra y acaso nos permitirá esbozar un sentimiento generalizado dentro de la obra.

Nuestra ambición más grande como intérpretes es escuchar, ensayar este prólogo para encontrar en él un estado de ánimo, un sentimiento. Toda música que sea digna de escucharse tiene dentro de sí un mensaje, una condición vital que se expresa. Nuestra intuición llama a ese estado: Soledad. Hemos de dividir nuestro ensayo en tres secciones: Para todos y para nadie, La música de Zaratustra y El retorno a casa. Viajaremos a lo largo del prólogo en estas tres secciones para dar una conclusión a nuestro ensayo. Es fundamental aquí integrarnos al sentimiento sospechado pues éste guiará nuestra interpretación de la magna obra, si no nos hemos equivocado nuestro ensayo habrá dado el primer paso a acercarse a Zaratustra solitario, si erramos también daríamos un paso pues después de nuestro intento nos acercaríamos al silencio con nosotros mismos, el silencio que permite separarse del ruido y ver los errores de nuestro ensayo general. ¡Venga señores! ¡Basta de introducciones y que la música de comienzo! Para todos y para nadie (La primera soledad de Zaratustra) ¡Oh, soledad! Eres tú principio y fin de toda marcha angustiante, de todo buscar y no encontrar.

A ti acudimos en nuestro primer embate, en nuestra primera nota en el compás. ¿No es acaso en ti donde encontramos toda la movilidad de la música? ¿No eres acaso tú el medio por donde ha de fluir toda la fuerza de nuestro gran director de orquesta, Zaratustra? Tu comienzo narra un apartarse, una búsqueda primera de soledad. ¿Qué significa buscarte después de tantos años en compañía de los que podríamos llamar compatriotas? ¿Acaso fue que en su compañía nos sentíamos solos y acudimos a ti para encontrarnos? ¡Oh, soledad! Para encontrarte es preciso subir montañas, alejarse muchos años y encontrar serenidad. Adelantamos ya que todos nuestros movimientos son a causa de ti, a causa de la fuerza que imprimes a nuestra vida: Tú nos has comprendido en el instante que te hemos alcanzado en las alturas, tú nos ha saciado de sabiduría en el momento en el que tanta compañía nos hacía vacíos. ¡Tú colmas a todo el que llega a ti del goce de sí mismo! ¡Tú eres punto de partida y el final de nuestro andar!.

La primera soledad de Zaratustra se traduce en alejarse de lo que lo ha formado, sólo posible realizar un diagnóstico de los que nos han formado a partid de la exterioridad. (Nótese que nuestra tarea intentaba adentrarse a Zaratustra, ¿será necesario alejarse de él para hacer su diagnóstico? Esto lo negamos, ya hemos estado muy lejos de él). Salir del ámbito en el que estamos indica llenarse de sabiduría de lo que en la inmediatez de la cercanía es imposible ver. ¿No encontraste Zaratustra la mejor salud cuando te separaste de lo que después has llamado sucio, enfermo y decadente? Tú mismo has cambiado, te has transformado como nosotros intentamos ahora, tus oídos son finos y tu olfato agudo. Para todos tienes una vista que diagnostica los males y para nadie tienes una respuesta pues nadie te escucha en tu soledad.

Será necesario descender! ¡Será necesario cantar! Zaratustra ahora se siente pleno y baja a buscar compañeros, amigos, felicidad… ¿No ha sido bastante claro que la soledad es triste llenarse de goce? He aquí nuestro primer abandono de casa, he aquí nuestra primera caminata. Zaratustra es caminante que busca un escucha sincero, nos busca a nosotros, busca un compañero de la expresión de su propia vida, de esa sobreabundancia que ha adquirido y de la preocupación por aquellos que ha observado. Zaratustra, ama a los hombres. No abandonamos a quienes amamos…Quizá ellos sí.

¿Qué canta Zaratustra al llegar con los enfermos, con sus bien amados sordos? Una melodía para todos, pues amar a los hombres es amar a esa totalidad que hemos observado desde alturas, una melodía para nadie pues habrá un punto de ruptura, una caída del ánimo: Nadie escuchará. ¿Qué canta Zaratustra? Un canto solitario que a pesar de todo quiere vivir, quiere llegar a todos los oídos. Dolor para todo músico es no ser escuchado, ser incomprendido.

Canta el combatiente (La segunda soledad de Zaratustra) ¡Guerra dura, guerra fría y sin tregua ante los enemigos de la vida: Los ideales! Yo no combato a lado de persona alguna, soy luchador solitario que pide su victoria en copa de diamante, no tengo ejército ni aliados ante monstruos invisibles que se han mezclado en el aire, monstruos que contaminan todo a su paso, monstruos que aniquilan todo impulso afirmativo, toda alegría de un vivir danzante. Mi soledad es necesaria por ahora, pues mi tarea es la de un incomprendido, la de un loco aparente que lucha con monstruos de molinos de viento.

 Yo soy el mejor amigo del dolor. Ahora puede comprenderse como la cultura y su femineidad ha corrompido el corazón valiente del hombre, un corazón que es originariamente sano, un corazón que sabe que su destino es amar alegremente.. Hasta ahora mi único rival ha sido la vida contaminada por estos dioses que día a día han resucitado en el cuerpo de todo humano enfermizo. La lucha aquí se da en el terreno de la cotidianeidad y el adversario es la problemática de la existencia que se consume a cada instante en el ocaso.

mayor en la que se susurre al oído de la vida una invitación al caos de la batalla. ¿Por qué he hablado de mí? ¿Por qué he hablado de mis días, de mi vida en el andar más cotidiano, de la comida, del clima de luchar afanado? Yo sólo marco la pauta de un enfrentamiento que es claro y al que falta arrojarse, necesidad de rebelarse. No hay aquí más que rebeldía, resistance y fuerza.

Es así como ante mí mismo me muestro sincero combatiente. Es así como no puedo ya inflarme como aquellos ídolos que con aire se han agrandado…Un pinchacito ha sido suficiente para hacerlos reventar. Es así como me cuento a mí mismo la historia de mi constante lucha, una lucha que busca servirse en copa de diamante a la vida misma hasta derramarla, vaciarse y ser llenada de nuevo. Una lucha que al final último de sus días busca compartir, dejar de estar solo. Amar.

Así canto yo: El que lucha por la vida. La música de Zaratustra 2T.S.Zaratustra, música fuera del tiempo, arte menospreciado. Quizá esto sea síntoma de que aún no es el momento, aún no llega el tiempo para hacer vibrar los escenarios; sin embargo, su música es tan fuerte que ya se escucha inclusive años antes de su estreno. ¿Quién en el pueblo ha escuchado a Zaratustra en su descenso? Peor aún, ¿quién ha comprendido sus palabras? Traducción: Para la mayoría de nosotros, sólo existe el inesperado momento, el momento dentro y fuera del tiempo, el acceso de distracción, perdido en un rayo de sol, el tomillo silvestre nunca visto, o el relámpago invernal o la catarata, o música escuchada tan profundamente que no es escuchada en absoluto, sino que tú eres la música mientras la música perdura. ELIOT, Thomas, Stearns, La terre vaine et autres poèmes, París, Points, 2006, p208.

Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras contempló de nuevo al pueblo y calló: “Ahí están”, dijo a su corazón, “y se ríen: no me entienden, no soy yo la boca para estos oídos. ¿Habrá que romperles antes los oídos, para que aprendan a oír con los ojos?…Tienen algo de lo que están orgullosos. ¿Cómo llaman a eso que los llena de orgullo? Cultura lo llaman, eso es lo que los distingue de los cabreros..Por esto no les gusta oír, referida a ellos, la palabra “desprecio”.

Ese momento de indiferencia total es quizá la decepción de Zaratustra ¡Maldita la cultura y su costumbre que se aferra con los dientes a la piel de los hombres! Se ha aferrado al punto en el que todo quiere volver atrás, regresar a su comodidad, a su inmovilidad, volver a yacer en cama. Es silencio de nuestro combatiente es la tristeza que sólo se escucha en soledad. Es ahí donde vuelve a empezar la lucha y al amante de los hombres no le queda más que decir: ¡Otra vez! ¡A luchar! Sin embargo no podremos negar que esa decepción ante la no escucha nos regresa de golpe a un andar solitario. Zaratustra está a la espera del momento de un escucha. Quizá seamos nosotros los primeros en eliminar la sordera provocada por nuestros ideales, por la cultura que nos ciega. Quizá seamos nosotros los primeros en unirnos a la expresión viva de una vida que se manifiesta en una enseñanza a la cual es preciso atender.

¡La música de Zaratustra es un canto alegre, un canto que pide vida! ¿Conocimiento? ¿Verdad? ¿Quién se interesa de eso cuando la vida no vale la pena ser vivida? Peor aún, ¿qué importa eso cuando ni siquiera doy cuenta que mi vida corre hacia el ocaso y sigo sin respuesta ante su carencia de sentido? La opera magna Así habló Zaratustra es un preludio que manifiesta tan sólo el ambiente en el que estamos sumergidos. ¡He ahí nuestro punto de partida, nuestro primer compás! ¡Ir a la vida! ¡Gran victoria para quien sabe escuchar! Conclusión: El retorno a casa (La tercera soledad de Zaratustra) ¿Acaso no habíamos anunciado nuestro regreso al la soledad?.

¡Gran destino trágico! Después de la lucha que NIETZSCHE, Friedrich, Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza, 2009, p40. ¿No es acaso esta la pregunta que se le hace siempre a Nietzsche y a sus escritos? Zaratustra regresa a su hogar, la soledad, regresa a su cueva después de la lucha pero sabe que ha de regresar, sabe que ha de decir siempre un: ¡Otra vez! ¡A luchar!.

He aquí el sentimiento al que hemos llegado, he aquí el estado vital que buscábamos. No podríamos buscar conclusiones lógicas a una expresión musical, caeríamos en la explicación determinista de toda ciencia conforme al sentimiento, aquí no hay un final razonamiento ni verdad alcanzada: Aquí después del canto queda el sentimiento, sólo eso. El gran logro de Zaratustra se manifiesta en abrir oídos, en despertar a los dormidos: Despertarlos a la vida. Soledad He aquí el gran carácter exhumatorio de nuestras conclusiones.

Escritor: Jorge Luis rosales