Sostenibilidad Urbana. – 2 parte –

En 1972 fue muy prolífico en los debates ambientales y marcó el inicio de un importante proceso. Podemos poner como ejemplo la revista The Ecologist, que publicaba el artículo «Manifiesto para la supervivencia», documento que fue cogido como base del nacimiento del movimiento ecologista, así como la Carta Mansholt, que cuestionaba el sentido del crecimiento si éste llevaba a la degradación del medio ambiente y de la calidad de vida.

La relación entre desarrollo económico y degradación ambiental se puso por primera vez en la agenda política internacional en la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente, que se llevó a cabo en Estocolmo en junio del año 1972. Esta conferencia profundizó en los efectos ambientales negativos asociados al modelo occidental de desarrollo y puso en evidencia la necesidad de controlar y limitar los efectos negativos del desarrollo, así como la necesidad de controlar la contaminación atmosférica, ya que ésta era la causa de la degradación del medio ambiente.

En esta conferencia se aprobó la llamada Declaración de Estocolmo y el Plan de acción para el medio ambiente humano, aunque hay que decir que ninguno de los dos documentos no se llevaron realmente a la práctica. Se creó también el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP). A petición de la UNEP, la Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN) editó el año 1980 el documento La estrategia mundial para la conservación, en el que se define por primera vez el concepto de uso sostenible.

En 1983 se formó la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo (WCED), con la finalidad principal de proponer estrategias ambientales a largo plazo. En 1987 la WCED presentó su informe, conocido como informe Brundtland (Nuestro futuro común, 1987) por el nombre de su presidenta, la noruega Gro Harlem Brundtland. En este informe se reconoce la necesidad de detener la utilización del capital ecológico de la Tierra y de empezar a centrar las actividades en los intereses que se puedan obtener de la administración sostenible de este capital.

Al mismo tiempo, el informe vincula definitivamente desarrollo y medioambiente como conceptos interrelacionados e interdependientes. Es a partir de este informe que se populariza el concepto desarrollo sostenible, el cual se define como «el desarrollo que atiende las necesidades del presente sin comprometer la posibilidad de las futuras generaciones de atender sus «. Desde de este momento el concepto desarrollo sostenible adquiere relevancia mundial y entra a formar parte de las agendas políticas internacionales. Históricamente hablando, aunque el proceso es relativamente reciente, podemos asociar el nacimiento del concepto a cuatro importantes constataciones que hizo la humanidad a partir de los años sesenta: la existencia de límites, el aumento del crecimiento, el aumento de los desequilibrios y el incremento de los impactos ambientales, constataciones que hoy en día, por desgracia, siguen plenamente vigentes.

En 1990 se creó el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible, con sede en Canadá, en asociación con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

En 1992 la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED) tuvo lugar en Río de Janeiro, conferencia que es conocida como la Cumbre de la Tierra. En esta conferencia se decidió la realización de convenciones sobre biodiversidad y clima, a la vez que se proponer el Plan de Acción para la Tierra, el conocido como Agenda 21, un plan de acción para el desarrollo sostenible.

Se creó también la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (CSD) para hacer el seguimiento de la implementación de la Agenda 21. En 1995 la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social aprobó la Declaración de Copenhague, la cual prevé como componentes interdependientes del concepto de desarrollo sostenible el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección del medio ambiente.

En la 29 ª Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que se llevó a cabo en París en 1997, se aprobó la Declaración sobre las responsabilidades de las generaciones actuales con las futuras generaciones. Esta declaración muestra una gran preocupación por los irreversibles daños que las generaciones actuales provocan en los ecosistemas que deben ser el apoyo para las generaciones futuras.

En 2002 tuvo lugar la Cumbre sobre Desarrollo Sostenible, en Johannesburgo, conocida como Río +10. Esta cumbre, que despertó gran expectación, concluyó con más declaraciones que compromisos concretos. La palabra decepción es la que mejor define esta importante cumbre, a la que faltar una visión global de consenso para hacer frente a los principales problemas globales que afronta la humanidad.

Dentro de esta evolución histórica, el proceso de institucionalización del desarrollo sostenible es un proceso clave para incluir e incorporar los preceptos que conlleva el concepto desarrollo sostenible dentro de los planes de acción, los discursos y las agendas políticas, en todos los ámbitos, tanto local, como regional, estatal, nacional e internacional. Se ha hecho un avance importante desde la creación del Plan de Acción para la Tierra, más conocido como Agenda 21. Ahora bien, este esfuerzo es insuficiente para transformar las actuales dinámicas de desarrollo.

Autor: Diana Perilla