Soy corredora

Muchos me decían que no iba a poder hacerlo, que era una locura, que no podía despertarme un día con ganas de correr y lograrlo. Pero de todos modos lo intenté. Con el equipo listo y un gran entusiasmo fui hasta la zona más linda de la ciudad de Buenos Aires para correr, los lagos de Palermo me esperaban, mis zapatillas nuevas con cordones rosa fluo pedían pista a gritos!, y tuvieron pista!.

La sensación de tener alas en los pies, de poder volar, de que el mundo me pertenece y de que no hay nada que no puedo hacer. Sentir el poder en mis pies fue lo que esa tarde viví. Esa tarde fue un antes y un después, nada volvió a ser igual, ya no era la misma que se levantó un día con la idea de intentar correr y a la que todos le decían que no iba a poder. Ellos cambiaron su discurso; la admiración había llegado junto a las palabras de aliento para acompañarme y poder seguir desafiándome a mi misma.

 y la respuesta es simple, miran mi sonrisa. Observan como sonrío, como gozo, como disfruto de correr y tener esa sensación mental tan intima y personal conmigo misma. Mi sonrisa acompaña mis pisadas, que suenan en el pavimento, que van a un ritmo suave y continuo, marcando el camino que recorro con mi cabeza y mis pies.

Disfrutando del paisaje y del éxito logrado, de superar la meta y esa sonrisa es mucho más que una simple sonrisa, es la satisfacción de superar un obstáculo y de creer en mí. El paisaje siempre es el mismo, ya que corro en círculo alrededor del lago, en mi primera vuelta pude observar árboles, botes de colores, patos, bancos, puestitos que venden cosas, un museo y hasta un starbuck. Con el tiempo noté que mis ojos abiertos parecen observar todo, pero no sucede esto, mientras corro pienso, imagino, me pregunto y me respondo, pero no veo, mis ojos solo guían mi recorrido y están atentos al camino.

Mis oídos están libres, para escuchar, para sentir el contexto, el sonido ambiente; hay patos que entran y salen del agua, gente que patina, otros andan en bici, charlan, corren, en el lago hay mucha vida, todo sucede en paralelo. Dicen que las personas que escuchan música mientras corren no se animan a oír sus pensamientos, yo soy de las que se animan, me gusta, lo disfruto y espero este momento para poder despertar mis sentidos y escucharme. Es increíble como alguien puede perderse ese momento de escucharse a si mismo y taparlo con música. Aprender a oír tu cuerpo, a pensar sin miedo, a descubrir como estando en movimiento se generan ideas y sos vos, disfrutando de un instante tuyo.

Correr es dedicarme a mí, un tiempo donde estoy conmigo misma, donde mis pies a modo de brújula deciden hacia dónde ir, el movimiento de mis brazos buscan el equilibrio, la velocidad compite con el viento, mi cabello se siente libre y baila con él, mis piernas comienzan a tomar vuelo y pronto despegan.

Mi mente comienza a imaginar, a crear, a pensar, a soñar y a disfrutar de este evento único y personal poder tener alas y sentir que vuelo, en mi cara comienza a aparecer una sonrisa, una sonrisa que demuestra que hago lo que me gusta, que disfruto de todo, que me animo y voy por mas . y lo logré.

Escritor: Jessica Lipschitz