Sueño y realidad.

Al transitar por la majestad de nuestras calles suelen llegar a nuestra mente mágicos recuerdos del pasado, promesas y vivencias del presente y sueños exorbitantes del futuro prometiendo el éxito en el amor y en los negocios, éxito perpetuo y absoluto. Confiados en nuestra fe y nuestro trabajo, nuestro corazón ilusionado, nuestra alma iluminada y nuestra mente sosegada, entre otras virtudes, anuncian llevarnos a un mundo donde “nada es imposible”, todo está servido a nuestros grandes caprichos y deseos tangibles e inmateriales.  En este pasajero viaje, somos expertos en quimeras repentinas, delirios excitantes y fantasías inspiradoras, estas aseguran que la mezcla entre lo divino y lo profano llevará a un buen puerto nuestros sueños.

Esta mezcla entre lo invisible y lo vivido, resulta ser la expresión de la coexistencia en el camino de múltiples realidades y fantasías provenientes de muchos tiempos y lugares. Manifestaciones de todo lo querido que fusiona elementos pasmosos y reales. Toda una mixtura viva y dinámica, que encuentra en el hábitat de nuestra imaginación, en medio del frenesí del diario vivir, su más rica fuente de sentido, creación y entusiasmo.

Extendiendo nuestro recorrido, observamos, a pocas calles de nuestro hogar, un sin número de personas cercanas a nuestra vida, invadidas por deseos similares pero propios, acongojadas por aquellas metas incumplidas, pero ilusionadas por aquello que está por venir. Reviven todas estas metas en fechas especiales, impulsados por el entorno familiar, el ambiente festivo y una pequeña ayuda de los efectos complacientes del alcohol. Sería fantástico que todo aquello renaciera diariamente y fuese alimentado por un coctel lleno de acción, seguridad. Compromiso, disciplina, perseverancia y método.

¿Por qué dejar todas estás fantasías en medio de nuestra imaginación? ¿Por qué no aventurarnos a lograr, paso a paso, nuestros deseos más prolijos? Es necesario tomar el riesgo de lanzarnos hacia ese mar expectante de sueños por cumplir y vencer, de una vez por todas, el temor a fracasar. Ese delirio de miedos, que entorpece nuestros pasos, debe ser liquidado por el poder aplastante de querer superarnos, de amar aquello por lo que luchamos, provisto con las más grandes y feroces armaduras de credibilidad y convicción.

Bienaventurado aquel que forja su camino lejos del espejismo inútil de la prevención y la sospecha, lejos del retumbante ruido de un supuesto fracaso y cerca, muy cerca de la seguridad y el dulce de saber que se está llegando a la meta. Esta persona disfruta, después de un arduo pero pedagógico camino, de la miel del triunfo, de poder alzar su frente con orgullo y vislumbrar un nuevo horizonte, aún más lejano y “peligroso”, pero armado “hasta los dientes” de valor, coraje y aprendizaje, labrándose un próximo recorrido, un nuevo puerto plagado de sueños.

Réprobo aquel que labra su andar siguiendo los mismos pasos del temor y la mediocridad, tiñendo de oscuridad sus ilusiones y derrotado por la incapacidad del conformista, lejano a brindarse una vida mejor y abarrotado por pensamientos negativos y débiles que perturban cualquier instante de tranquilidad, lánguido por el querer y no poder. A este fulano le aconsejo que limpie su alma, cuerpo y espíritu como bien le parezca (Lectura, religión, meditación o amor) para dar a su vida un giro total, convirtiendo todo lo oscuro en blanco, todo lo débil en fortaleza y lo triste en felicidad.

Al escribir estas líneas me doy cuenta que son inspiradas por el reflejo de lo que algún día fui y pude derrotar, que sentirse vencido alguna vez no es el fracaso absoluto y que los sueños deben pesar una tonelada más que los temores. No está en la prolijidad la clave del éxito, está en el “querer hacer” y en el trazo impecable del propósito y la motivación, eso lo aprendí con certeza.

“No hace mucho sentí perderme en medio de un coma nocturno y soñaba que todo aquello que deseo llega a mi vida como por arte de magia”. Analizando detalladamente, me doy cuenta que es fruto de mis decisiones y no producto de algo  enteramente extraordinario y cósmico; como solía pensar. Es por esta razón que decidí buscar esta oportunidad, porque cuento con lo necesario y más, para hacer parte de esta realidad. Aunque no sea sencillo es posible y eso es suficiente para mí.

Escritor: Steve Harrisson Alvarez