Cuando se enseñan ciencias puras, el reto más grande no está en la transmisión de la información, ni en la selección de los contenidos, aún más, ni siquiera en lograr que el estudiante además de aprender pueda aplicar los conocimientos de manera práctica, todas estas necesidades son fácilmente satisfechas con una perspectiva pedagógica adecuada, el verdadero reto está en poder transmitirles el amor por la ciencia y la capacidad de maravillarse con ella; y es que el espíritu humano tiende a regocijarse fácilmente con lo que puede percibir a través de los sentidos, vivimos en un mundo que se nutre permanentemente de imágenes y sensaciones de manera que los hombres somos más susceptibles de gozar a través de los sentidos.
Un claro ejemplo es que nos podemos maravillar inmensamente frente a una obra de ingeniería, la torre Eiffel, la torre de Pizza, las Pirámides de Egipto entre otras más modernas como el Eurotunel, han impactado al hombre durante varias generaciones, las megaestructuras actuales tienen la capacidad de despertar la curiosidad y maravilla de muchos, las obras de arte han sido por excelencia objeto de profunda admiración desde que el hombre es hombre.
Sin embargo, hay construcciones mucho más magníficas, complejas y que han requerido el esfuerzo conjunto de muchas mentes trabajando al unísono, las creaciones de la mente humana, aquellos constructos que se realizan sin una materia prima tangible, a partir de abstracciones y concepciones teóricas inmateriales. Por qué no maravillarnos ante la milagrosa estructura que es hoy en día la matemática?, Por qué no sentir asombro al tratar de imaginar como la mente humana ha logrado elaborar semejante superestructura como la física o la química de partículas a partir de evidencias de objetos totalmente invisibles al ojo humano, tal como los sentiría al imaginar cómo los egipcios, sin tecnología lograron construir gigantescas pirámides y esfinges con arena?.
Éste primer artículo es una invitación a mis estudiantes a que recuperemos la capacidad de asombrarnos con las construcciones intangibles del espíritu humano, la ciencia, tal como el arte -aunque en un sentido más formal- constituye junto con la filosofía un intento de representar, entender y cambiar la verdad del mundo que nos rodea, son como los instrumentos de un mago que nos permiten ver con claridad, comprender e incluso predecir pero a diferencia de ellos, no son sobrenaturales, han sido creados por el mismo hombre como propiedades emergentes de su mente. También es una invitación a que entiendan que ese espíritu humano no les es ajeno, que dichas creaciones son producto de un hombre o mujer igual a ellos, que si la mente de un ser es capaz de crear tales maravillas cualquier otra mente es capaz de entenderlas y manipularlas.
Enamorémonos de la ciencia, de la filosofía y de las matemáticas como nuestros hijos más talentosos, veámoslos como nuestras más consentidas creaciones para poder lograr entender que detrás de su asombrosa maravilla y complejidad solo hay algo más asombroso y complejo:
LA MENTE HUMANA.
Escritor: ADRIANA OSPINA CORREA
Docente de Ciencias Naturales y Educación Ambiental