Texto Nº1

Esta noche he vuelto a tener el mismo sueño que tantas veces he tenido. No sabría específicamente si llamarlo un sueño. Cada vez que despierto siento una enorme nostalgia en mi pecho, que sofoca, y me cuestiono: ¿qué espero?. Como si algo me estuviera faltando, un vacío, un silencio. Ella ha vuelto ha aparecer en ellos, esplendorosa, cautelosa, tan bella, tan bonita, tan llena de un todo inexplicable, tan misteriosa.

Siempre ocurre el mismo sueño. Esta noche ha sido distinta, lo que sentí fue diferente, la he soñado en un encantador sitio, de ensueños, con grandes árboles verdes, eran perfectos. En ellos había unos pájaros, comunicándose con su espléndido canto, con hermosas melodías que tocan el alma. Era un lugar precioso, solamente se veía el verde de los árboles, y los colores de las flores, había de todos los tipos, rosas, lirios, tulipanes, todos ellos intensos, muy vivos. No sé porque, pero mi imagen del paraíso era como ese parque, tan tranquilo, tan hermoso y ella allí, tan dueña de todo aquello.

Esa noche, en ese sueño, apenas llegué a prestar atención al lugar de ensueño, ya que ella estaba ahí, a mi lado, mirándome, acariciándome el alma. Comencé a educarla, a labrarla. Gradualmente, la fui acostumbrando a la realidad. Quería que fuese perfecta, tan llena de conocimientos, tan llena de amor, tan llena de palabras, tan llena de silencios, tan llena de todo. Por las oscuras noches me sumergía en un sueño profundo para verla. Noche tras noche, la soñaba dormida. La soñaba decidida, cautiva, tierna, muy humana.

Una noche comprendí, que estaba lista para nacer. En un sueño nos tomamos de la mano, sentí que ella me estaba esperando, y echamos a andar por el parque. Anduvimos por una senda contemplando ese paisaje lleno de árboles, flores, mariposas, y relajándonos con el sonido de los pájaros y el viento, era todo tan bonito. En un momento la sumergí en un lago cristalino, creyendo que al hundirla despertaría y estaría a mi lado, cuidándola, protegiéndola. En ese mismo momento desperté, y la realidad fue que ella no estaba junto a mí.

Después como todas las noches, no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Pero yo insistía, que aparezcas en mis sueños, porque cuando te encontraba y te veía, todo cambiaba, todo era tan diferente, sabiendo que estabas, que me acompañabas, que me escuchabas. Quería conocer mejor ese parque tan tuyo, tan mío, tan nuestro. Me negaba a soñar como todos los hombres. Ella había aparecido, la conocía, me iluminaba el alma y todo lo oscuro se llenaba de luz, solo con ella. Y como todas las noches, me despertaba y me dirigía a la ventana, y allí estaba ella, la luna, como riéndose de mi sueño, ella sabía tan bien como yo, que sólo era eso, sólo un sueño.-

Escritor: Verónica Díaz