TIEMPOS DE CAMPAÑA

No es precisamente algo nuevo para los ciudadanos, que en tiempos de campaña, sientan que se les invade con propagandas de contenido político, ya sea en la televisión, la radio, o en las calles con vallas, avisos y volantes, que saturan la mirada de muchos que no logran acostumbrarse a este juego de poder, mediante imágenes, frases sensibilizadoras y logos indescifrables.

Mientras otros, actualizados gracias a las herramientas tecnológicas y a las denominadas redes sociales, reconocen de antemano algunas caras de quienes pretenden hacer parte selecta del gobierno, y que gracias al voto popular pueden acceder a estos cargos, es así, cuando las promesas van desde mejorar la calidad de vida de una población especifica, hasta un favor personal, lo que no es bien visto por la opinión pública y por los mismos electores, quienes desconfiados y desilusionados, caen en la trampa de acudir a las urnas, luego de que la invitación a la democracia, les implique creer en esas promesas, que pocas veces llegan a cumplirse.

Repasando una página de la historia, en Colombia desde la reforma constitucional instaurada en 1975, por el entonces Presidente Alfonso López Michelsen, la mayoría de edad, está determinada a los 18 años, lo que quiere decir que siendo ciudadanos, se nos otorga el poder de ejercer democracia eligiendo a quienes serán los gobernantes de determinado periodo, teniendo en cuenta los muchos cambios en nuestro sistema electoral.

No obstante el desconocimiento de muchas personas, comienza, por no ir más allá del entramado de una campaña, esa maquinaria política que ajusta un proyecto basado en las necesidades del pueblo, persuadiendo al sufragante e hilando propuestas que avala y respalda un partido político. Detenerse a considerar todo lo que está detrás de una campaña, no es asunto de incumbencia del ciudadano de a pie, ese que apenas y se deja convencer del vecino, amigo o pariente que lleva en las entrañas el sueño de un país mejor, sin llevarse por delante, las expectativas de un cúmulo de personas que reunidas en torno al candidato escuchan sin cuestionar, lo que aparentemente quieren, pero no lo que verdaderamente necesitan.

Un discurso adaptado a cada región y comunidad, con una investigación previa que indique sus mayores carencias, este mecanismo de comunicación hace del elector un mártir consumado, hasta llegar a las urnas donde pasa a ser el olvido absoluto del líder político, quién finalmente logró llegar donde esperaba, no por el sacrificio de las largas jornadas recorriendo carreteras hacia pueblos recónditos, para asistir a sancochos y ofrecer el repetido libreto, sino por el ilusorio e inocente voto de quien absurdamente puso en sus manos el presente y futuro de un país.

La corrupción en el quehacer político, no solo acaba con el ejercicio democrático, también desvanecer una esperanza de transformación social, cuando solo favorecen los que menos necesitan de esa ayuda, es por eso que muchos se preguntan qué pasa con la educación y la salud, suponiendo que deberían ser brindados con calidad y eficiencia, por ser derechos inalienables de cada ciudadano, vemos con tristeza que nuestros jóvenes y niños les espera un país sin valores, principios e identidad, somos robots que el gobierno enciende y apaga cuando así se requiera.

Este país cambiará, a medida de que concienticemos al ciudadano común, que no se trata de hacer eco a la abstención electoral, más bien comenzar a pensar quienes son las personas que nos deben y pueden representar en un cargo político, que defenderán nuestros derechos y propenderán por el progreso ecuánime del país, no en cifras, ni récords irrelevantes sino en hechos reales, donde se rescate o se consolide una imagen propia, que haga parte de lo que somos.

Más allá de parecer una breve reflexión, de las muchas que surgen por esta época de parte de los inconformes, no es rebeldía, ni oposición, contrario a lo que se piensa, en tiempos de campaña renacen las ilusiones de más de un colombiano, entonces porque mejor no incomodarse, indagando en las páginas de un proyecto de campaña, requisito indispensable para la candidatura, revisando a conciencia que es posible y que no, impidiendo que los ineptos aprovechados alcancen favores políticos y continúen propagando la plaga de la corrupción, así la indignación no será efímera, producto de una noticia en primera plana, con la decepción de que esas personas que siguen haciéndonos daño y están allí gracias a nuestro voto.

Escritor:Marian Johana Rodríguez.

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