Héctor Tizón pareciera ser uno de esos escritores argentinos fundadores de una literatura que surge desde las entrañas mismas de la tierra y la sangre nacionales. Es curioso, sin embargo, que sean muy pocos los que conocen su existencia y su obra. Su escritura transita y nos arrastra por tierras e historias llenas de identidad, no sólo argentina sino también latinoamericana, y en ella podemos identificar reminiscencias de estilos que nos llevan a Rulfo, García Márquez, y hasta el recurrente Homero y su inolvidable Odisea.
Actualmente en las escuelas nos encontramos con autores de un género un tanto frágil y bastardeado al que se ha decidido llamar “juvenil”. En esta categoría los riesgos radican mayormente en las posibilidades de incluir obras de una calidad literaria inclasificable. Todo esto con la excusa de buscar que los adolescentes y jóvenes se interesen en los libros. El problema se presenta cuando nos quedamos cómodamente en ese estadío de la lectura, cuando en realidad este debería ser sólo un paso, un puntapié inicial para ir de lo más simple a lo más complejo.
¿Por qué no leemos a Tizón en las escuelas? Digo Tizón, porque he decidido elegirlo a él en este caso, ya que es uno de mis escritores preferidos, pero bien podríamos hablar de Roberto Arlt, Vargas Llosa, Liliana Bodoc, Virginia Wolf, Faulkner, y ¿por qué no? Stephen King (aunque la comunidad literaria lo considere un escritor comercial y lo mantenga al margen del canon). Volviendo a la pregunta inicial ¿Por qué no leemos a Tizón en las escuelas? Aunque no sea el dueño indiscuible de la verdad, me arriesgo a exponer algunas suposiciones:
• Se subestima a los destinatarios alumnos y docentes.
• Temor a arriesgarse por otras opciones de lectura.
• Falta de presupuesto e inversión en materiales de lectura para las escuelas.
• Falta de criterios en la selección de los textos que se envían a las escuelas. Estos serían algunos de los motivos y podrían sumársele muchos más. Ahora la cuestión estaría en lograr que esto se revierta, y podamos contar con escuelas en las que las lecturas sean más diversas y enriquecedoras. Entonces tal vez sería conveniente preguntarnos esta vez ¿por qué leer a Tizón en las escuelas?, lo que podría ampliarse más y simplemente preguntarnos ¿por qué leer a Tizón?.
Identidad, memoria, nacionalismo, patriotismo, libre expresión; conceptos que adquieren relevancia en los programas educativos actuales. Son todas cuestiones ineludibles que nos atraviesan desde el pasado, pero que no siempre ha sido posible tratarlas abiertamente. Este es el momento perfecto para hablar de todo aquello que nos interesa, sin censuras, sin miedos, despojados de todo prejuicio y con una conciencia crítica que debe alimentarse, y que puede hacerse con lecturas de obras como las de Tizón.
En las obras del Sr. Héctor Tizón un universo conocido y por conocer se nos despliega, como un mapa que debemos recorrer muy atentos. Paisajes de puna, tradiciones, particularidades climáticas, imaginarios sociales, y un profundo sentimiento de pertenencia y arraigo laten en la prosa de este escritor. Con su indiscutible calidad de escritura nos conduce por territorios que le son familiares y por eso nos familiarizamos con ellos, porque identificamos en el relato algo que nos es propio, aunque nunca hayamos estado en los lugares que se mencionan, pues hay algo que es casi universal y a la vez nacional.
Personajes en busca de algo, fantasmas, inmigrantes, aborígenes, exilio, desarraigo, sufrimiento, esperanza, viajes concretos y simbólicos; son apenas una porción de todo lo que encontramos en las obras de este escritor jujeño. Héctor Tizón es sin lugar a dudas una de las incontables puertas que están abiertas, a la espera de algún lector valiente que esté dispuesto a cruzar. Es una cuestión de autoexigencia, de confianza en uno mismo y sus propias capacidades. Salir de ese lugar cómodo que la sociedad de consumo y el facilismo nos ofrecen. La tentación de la mediocridad es grande, pero más grande es y seguirá siendo el hambre de saber, el deseo de superación, y no con un afán de pseudointelectualismo ni una actitud insoportablemente snob, sino la pelea constante contra la ignorancia y el analfabetismo socio-cultural.
Escritor: Gustavo Luis F.PÉREZ LINDO
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