UN LUGAR ENCANTADO

En un hermoso bosque vivía una niña de cabellos rubios, ojos iguales al color del mar, y labios rosados como el matiz de los rosales, en aquel lugar ella jugaba con el viento, dormía cobijada por las sombras de los grandes árboles en los que crecían sabrosas y jugosos frutos. Además caminaba por los senderos de un encantador manantial que reflejaban los cálidos rayos de la manañana, en donde dos azulejos coqueteaban con el transparente brillo de las gotas de agua que acariciaban el interior de las ramas de aquellos admirables cedros.

En cierta ocasión ella contemplaba la belleza de una ardilla que hábilmente se columpiaba entre las verdes hojas de algunos mangos y manzanos, percibió que su alma era semejante aquel ser, porque sus pensamientos estaban enredados en la escritura de una melodía que tiene acordes suaves, duros, ruidosos y armoniosos. Entonces ella observaba el cielo, buscando una respuesta, y las nubes escribían mensajes con las líneas de las aves que trazaban con sus inteligentes vuelos los deliciosos sonidos que ella esperaba alcanzar.

De esta forma, ella, se dio cuenta que el firmamento pintaba con palabras las ideas que brotaban de un cofre cerrado con fuertes lienzos y cubierto por las espinas que chuzaban los finos pétalos de un deseo. Así, ella encontró en su imaginación la clave para superar aquella dificultad, y la fuerza para luchar por su sueño de crear una partitura perfecta con las notas ocultas en su pensamiento. Y comenzó a moldear el bosquejo de dicha composición, para ello, analizo sus recuerdos, despejo sus dudas, navego por sus instantes de felicidad, recorrió los caminos de la vida, aprendió de sus errores, y recolecto toda clase de información de utilidad para dicho proyecto. Y finalmente selecciono la diversidad de matices, colores y sensaciones que le darían a aquella estrucrua la forma que ella deseaba.

Al atardecer ella caminó por un sendero, donde vió azucenas floreciendo en medio de un pantano, margaritas, abríendo su alma al calido abrazo del viento, que rozaba sus raíces con delicados susurros de felicidad. A una mariposa jugando con la frescura del aire, sin ataduras en su interior, amarguras, incertidumbres, o interrogantes por resolver. Y entonces, ella, se vio reflejada en aquel ser, que le ofrecía una solución para sanar su corazón, y alejar de él toda situación de oscuridad que lo atormentaban y que le impedían luchar por sus fantasias e ideales Continuo su recorrido, y al horizonte, descubrió el resplandor de un arco iris, vistiendo con matices de aromas el firmamento, y en su mente aparecieron los encantadores recuerdos de su infancia, cuando jugaba con sus muñecas, su madre le leía cuentos, la arruyaba para calmar su llanto, y su abuela le cantaba para dormirse.

Luego, hallo un frondoso arbusto con diversos frutos de fascinantes colores, que le regalaban a sus ojos, la oportunidad de admirar aquella fabulosa obra, y comprender que la vida se construye a partir de alegrías, tristezas, experiencias, enseñanzas, errores, triunfos, deseos, ilusiones, fracasos, que van fortaleciendo el tallo de su interior para crecer y ser igual a ese majestuoso tronco.

Por ultimo, vió a una osa alimentando a sus cachorros y se sorprendió al darse cuenta del amor y la ternura que había en el rostro de aquella madre, tan semejante al de su mamá, quien le entrego su cuidado, cariño, consejos, educación, valores, afecto, amistad, sonrisas, y fue su ejemplo para que se convirtiera en una excelente mujer desidida, valiete y amable. Al caer la noche, quiso descansar, pero no se pudo dormir, por eso, recostó su cuerpo en la hierva, miro al cielo y las estrllas comenzarón a unirse formando figuras que contaban diferentes historias sobre felicidad, amistad, amor, esperanza y solidaridad algunas de ellas tenían aspectos reales, mientras que otras eran producto de la imaginación. Paso el tiempo y la luna le ofreció la tranquilidad que necesitaba, para finalmente descansar comodamente en aquella suave cama.

Escritor: Victoria londoño