Todo por unas pocas monedas

La necesidad agudiza el ingenio. La capital de España es testigo de ello. En pleno centro, concretamente desde la plaza de la Puerta del Sol hasta el Palacio Real, también llamado de Oriente, diferentes artistas intentan ganarse la vida a duras penas. Mientras el turista pasea por la plaza con su familia, diversos personajes de Disney tratan de venderle globos de variopintas formas y colores a sus hijos. Al entrar en la calle del Arenal, hoy peatonal, grupos de música clásica amenizan el paso de los transeúntes.

Una soprano canta acompañada de su acordeón. También a escasos metros, un cuarteto de cuerda toca incansablemente. Todo por unas monedas. Estatuas que cobran vida representan cualquier oficio que se pueda imaginar. Un deslizando las yemas de sus dedos por los cantos de un montón de copas. A escasos pasos, una mesa con tres cabezas aparentemente cortadas pero aun parlantes. También a la entrada del Palacio donde Carlos III y otros monarcas españoles residieron antaño, un Sherlock Holmes resuelve un crimen atroz rodeado de espectadores. En los jardines del majestuoso edificio un muchacho joven hace piruetas con sus patines una y otra vez, desesperado por obtener algo de dinero.

Junto al inmenso alcázar, una pareja de marionetas, guiadas por hábiles manos, interpretan de un modo digno de admiración canciones de todo tipo, mientras mueven sus diminutas articulaciones de una forma realmente humana. Un gran gentío se arremolina ante ellos, asombrados por la destreza de aquellos que hacen bailar a esos pequeños artistas de madera. Muchos aplausos y un jornal modesto para tanto trabajo.

Al lado de la numerosa cola para entrar al emplazamiento real un emigrante toca su acordeón y baila durante horas. Cuando concluye, un hombre ya maduro lo releva haciendo sonar su violín con gran habilidad ,a la vez que sueña con vender los discos que ofrece a su público. Este músico callejero es Raychos Sev, protagonista de esta historia, quien amablemente contó su vida respondiendo a unas cuantas preguntas.

¿Cuál era su oficio antes de tocar el violín en las calles? Antes era cristalero, en mi país, Bulgaria. Tocar en cualquier parte, sólo era un oficio para obtener algo de dinero en mis ratos libres. Este es mi trabajo desde hace seis años. Si apenas había empleos antes de la crisis, con su llegada, se acabo el poder trabajar. Así que esta labor se convirtió en mi único modo de sobrevivir. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que se instaló usted en España? Han pasado siete años. Y a veces estar aquí puede ser muy duro. No hay empleos para los españoles, aún menos para mi, que vengo de fuera. Las personas de este país tienen prioridad, es natural. El mundo laboral pasa por una situación muy complicada. Hay tan poco trabajo para tanta y tanta gente.

¿Qué es lo más duro de este oficio? Cuando trabajas en esto mucho tiempo nada es difícil. Hace falta trabajo y esto es un trabajo. Yo ofrezco a la gente mi música. A mucha gente le gusta esta música. Toco para los demás. Sería mucho peor robar a otras personas para poder vivir. Yo no hago nada malo para dar de comer a mi familia. ¿Qué es lo que más deseaba usted al llegar a España? Ser cristalero. Poder trabajar en el que siempre ha sido mi oficio. Como trabajaba antes.
Pero no hay trabajo para mí porque… como ya he dicho… para cualquier labor las personas de España se sitúan por delante de mí. Sólo se puede encontrar un empleo para muchos candidatos. Soy un extranjero y este país se llama España, no Bulgaria, ni Marruecos…

¿Se gana el suficiente dinero con el violín para vivir? Depende, se gana más en las fiestas, como es el caso de ahora en Navidad. Pero con mi música sólo puedo sobrevivir, nada más. Tengo una familia. Una mujer y un niño que ha nacido aquí hace cuatro años. El violín me permite comprar comida a los mios. Aunque cuando no hay fiestas… el jornal disminuye. ¿Cómo es su día a día trabajando aquí? Llego aquí y toco todo lo que sabía y lo que he ido aprendiendo últimamente. Bueno, antes trabajaba mucho. Siete, ocho y hasta diez horas seguidas incluso con este frío. Ahora en Navidad al menos hay que tocar unas tres horas diarias para lograr algunas monedas. Da igual que festividad o que día sea, si hace frío o calor… hay que trabajar.

¿Se encarga usted mismo de hacer los discos que vende? Si, los hacemos un amigo y yo. Tengo un amigo que toca el piano y hace los acompañamientos para mis canciones. El tiene un pequeño estudio musical. Yo toco el violín mientras él acompaña mi música. Nos sale una música muy bonita. Queda muy bien. Y por sólo cinco euros. ¿Cómo aprendió usted a ganarse la vida con el violín? Estudié más de seis años en mi país, desde niño. Al llegar a España he continuado aprendiendo música del modo más barato, de la única forma que puedo permitirme, es decir, tocando de oído las canciones que escucho por ahí. Pero hay piezas que no se pueden tocar de oído, es necesaria la correspondiente partitura para poder interpretarlas correctamente. Consigo tocar cualquier melodía siempre que no sea demasiado complicada. Incluso puedo hacer resonar en mi violín arias de Bach. ¿Quieres escuchar una? (entre risas).

Escritor: Gema Manso Garay