UNA HUIDA HACIA ADELANTE

Un día normal de una persona, podría ser salir a la calle a hacer la compra, para ello desde su casa hasta la tienda, pasa por varias pruebas, que a simple vista no son apreciables. ¿Qué pensamos cuando vamos por la calle y subimos bordillos, vemos de diferente color los muñequitos de los semáforos, subimos al transporte público? A simple vista son pequeños detalles que podemos hacer con una rutina normal, pero nunca pensamos en las personas que en su día a día no realizan estas acciones con la misma facilidad que nosotros y que por lo tanto; estos detalles se pueden volver un problema bastante grave en su día a día.

¿Pero que entendemos por estos términos? ¿Sabemos diferenciarlos? ¿Está la sociedad realmente concienciada con ello? Deficiencia, minusvalía y discapacidad son tres conceptos completamente distintos. Las diferencias se entienden con un ejemplo práctico. Una persona que tiene parte de su pierna izquierda amputada, su DEFICIENCIA será la perdida de ese miembro. La acción de correr no podrá realizarse en la forma o dentro del margen que se considera normal; por lo tanto esa es su DISCAPACIDAD. Y la situación de entrar en un edificio mediante escaleras por lo que esa será su MINUSVALÍA.

Afortunadamente, en nuestros días hemos avanzado, de tal forma que se han diseñado soluciones y recursos que hace que la vida de personas con deficiencias, minusvalías y ó discapacidades lleven su vida lo más normal posible. Como por ejemplo; la fabricación de prótesis, el diseño de un sistema de lengua de signos en diferentes idiomas, poniendo en prácticas técnicas de rehabilitación, terapias, programas de entrenamientos mentales y físicos, llegando a hacerse mención en Tratados y Constituciones y reconociendo derechos y ayudas en legislaciones.

Muchos son los profesionales que hoy en día se encargan de trabajar en este campo; trabajadores sociales, psicólogos, psicopedagogos, terapeutas, fisioterapeutas, Educadores… pero debe de quedar claro que todo esto debe ser un trabajo de todos, desde un enfoque multidisciplinar.

En cuanto a valores tecnológicos, sabemos que hemos avanzado desde la antigüedad, pero a mi parecer hay un gran vacío en cuanto a valores morales. El ser solidario, altruista, colaborador… son actitudes y ó sentimientos que personas como estas, quizás más lo agradecen y lo necesiten. Pero si hay un valor que debe ser universal entre todas las personas; es el respeto. El respeto debe ser la pieza esencial para que las maquinarias de las personas funcionen en perfecta concordancia.

Algo que admirar de este sector de la población es su fuerza interior y su superación, mostrándose así; día tras día. Es mucho e imprescindible el esfuerzo que realizan, desde el primer momento. Lo que la gente ve es esfuerzo físico, pero no podemos olvidar del esfuerzo psíquico. Se ha demostrado que la gran voluntad, la motivación y ganas de superación hacen que muchas de las cosas que se propongan, consigan hacerlas realidad.

Personas como Lizzie Velázquez y Nicholas James Vujicic son claros ejemplos públicos de que la huida hacia adelante es el paso más importante para alcanzar la felicidad. Como ejemplo de todo lo que he dicho, me gustaría citar un hecho que paso en 1986 ocurrió un hecho sorprendente. En los Juegos Olímpicos de ese año que se celebraron en Los Ángeles (Estados Unidos) en los cuales la figura de la mujer aun no estaba tan valorada, el atletismo femenino aún se cuestionaba. Ese año la controversia estaba servida. Sería el primer año que entrará la maratón en las olimpiadas femeninas. La prueba maratoniana transcurrió sin ningún incidentes, gano alguna atleta que nadie recuerda, ni siquiera la persona que llego primera, ni la segunda, ni la tercera tienen hoy la repercusión mediática. En la carrera, Grabriela Andersen, una atleta suiza, no muy joven para correr, se había preparado para hacer ese maratón durante mucho tiempo.

Y así hasta que un momento dado, Gabriela Andersen entraba en el estadio olímpico. Ella se situaba en la meta como la numero 37. No iba a ganar ningún metal, nada, iba a quedar la última. Su entrenador le decía que tirará la toalla, pero ella se negaba y como podía iba avanzando hacia la meta.

El estadio estalló en aplausos y ánimos para la atleta. Nadie se levanto y se fue, todo el mundo espero a ver como esa joven llegaba a la meta. Y ella además estaba ajena a todo eso, su único deseo era acabar la carrera. Y la terminó, la gente gritaba su nombre; el suyo, no el de la ganadora, porque a mi parecer ella ese día fue la verdadera ganadora. que permite a los atletas recibir atención médica sin ser descalificados.

Gabriela Andersen no tenía ninguna discapacidad, ni deficiencia ni minusvalía, pero demostró al mundo, que aunque las puertas estén cerradas, si hay fuerza y ganas de superación siempre se puede llegar a la línea de meta.

Escritor: Ana duran pila