UNA ETICA AMBIENTAL DESDE LA PRAXIS MORAL

La ética y la praxis moral vista desde una perspectiva individual y sus implicaciones en la toma de decisiones, nos induce a indagar sobre la ética ambiental, ya que hacia nuestra época se han producido diversos cambios ambientales, y la humanidad no ha sido ajena a todo lo que está sucediendo porque constantemente el hombre está talando, quemando y contaminando la atmósfera, los ríos y las quebradas con residuos tóxicos, basuras y algunos desechos químicos que producen las grandes empresas, sin medir las graves consecuencias que esto pueda generar a la naturaleza; y anexo a ello tenemos el desarrollo tecnocientífico que ha incidido de forma negativa en la naturaleza, debido a los diferentes experimentos realizados en laboratorios a especies de flora, fauna y hasta en la misma especie humana.

Pues como bien podemos observar, no podemos seguir indiferentes ante tal situación; ya que el medio ambiente ha generado su propia cuenta de cobro, y lo hemos evidenciado en, el calentamiento global, los fenómenos naturales y el deterioro de la capa de ozono etc. Lo anterior nos induce a reflexionar y a tomar las medidas necesarias, ya que aún estamos a tiempo de salvaguardar lo poco que nos queda, y de paso reivindicarnos con la misma naturaleza. Y desde mi punto de vista, considero necesario establecer unas “reglas”, que nos permitan construir buenas relaciones con la naturaleza, bajo el compromiso ético y moral que involucre simultáneamente a todos los que habitamos este planeta e incluso a los niños, quienes hay que concientizar sobre la importancia de proteger y conservar, porque de seguir destruyendo y atentando contra nuestro entorno natural, seguramente estaremos abocados a un planeta inhóspito, donde solo habrá desolación y con pocas posibilidades de vida; ya que sin agua y sin recursos naturales es difícil poder sobrevivir; lo anterior nos pone a reflexionar y a pensar en las futuras generaciones que serán las más afectadas con el deterioro ambiental.

Ahora bien, como seres «autónomos» imbricados en una época contemporánea globalizada, donde se ha perdido el control a todo, debido a la multiplicidad y diversidad de culturas, hábitos y costumbres; no podemos ser ajenos a cumplir o a regirnos por la normativa moral y ética, que en cierta medida traza algunos lineamientos y destaca algunas virtudes como son el respeto, la tolerancia, la equidad y la armonía. Y es menester resaltar aquí, lo que señala la ética, sobre la “felicidad” que es el fin último del ser humano, y que se logra por medio de la perfección del actuar del hombre, para ser llevado a la praxis cotidiana, ya sea desde el ámbito social, familiar, institucional, cultural y obviamente el ambiental.

Lo anterior nos induce a pensar en una ética ambiental, la cual no intenta construir una serie de normas coercitivas con el fin de lograr la conservación del medio ambiente, sino que por el contrario se ubica en la época contemporánea analizando la situación que ha llevado a los problemas ambientales, e intentando poner en práctica los planteamientos morales aristotélicos, que en cierta medida son buenos referentes para concientizar a las personas en la conservación de “un medio ambiente saludable”, a partir de una autonomía moral que en conjunción con la razón permita establecer buenas relaciones con el medio, logrando con ello una vida agradable, digna y placentera donde reine la paz, la armonía y sin necesidad de establecer “sacrificios”, sino por el contrario con el fin de recuperar ambientes sanos, limpios y bien conservados.

Y por último, puedo inferir que la ética ambiental últimamente ha cobrado cierta preponderancia porque pone en consideración las relaciones que se deben establecer con la misma naturaleza, notándose que cada vez se agudizan más los problemas, porque la humanidad es inconsecuente y aborda la naturaleza de manera negativa, en el sentido de que sólo busca fines lucrativos, y poco interesa el daño que le puedan producir. Y aunque la ética ambiental no es un tema nuevo, ésta ha cobrado cierta relevancia y protagonismo, debido a los diferentes y constantes problemas que debe enfrentar; ya que a la hora de dirimir dichos problemas morales ambientales, es imposible plantear soluciones desde los principios generales establecidos, porque ésta no es una ética aplicada, sino que por el contrario se construye a través de la experiencia, donde cada problema es un caso particular que requiere de un tratamiento especial que para proceder a darles solución, no es posible aplicar “fórmulas” porque se incurriría en graves errores al tomar decisiones, las cuales se deben construir sobre la base de una racionalidad, y a la luz de una moral ambiental.

De otra parte, con la ética no se pretende crear sociedades homogéneas o esclavas de normas, sino personas capaces de reflexionar desde su propia moral, y de cómo puedan abordar los problemas ambientales que se suscitan a diario. Por lo tanto todos tenemos un gran compromiso y es el de contribuir mancomunadamente con algunas entidades o entes gubernamentales encargados de crear algunas políticas en aras de conservar el medio ambiente, que a través de campañas se promueva la conservación y protección que debe estar articulada a una moral ambiental, ya que no podemos seguir pensando que el entorno ambiental es inagotable, porque los recursos se han ido extinguiendo paulatinamente y lo hemos evidenciado en nuestro propio entorno.

Escritor: Sorayda Muñoz Peña